viernes, 28 de febrero de 2014

DESARMADO

EL DIARIO VASCO 28-1-2014

         Donde el resto de los chavales veía una trucha, yo solo veía agua y piedras, donde veían un pájaro, nubes, y donde veían un bicho, vegetación. En resumen, cualquier chica me podía ganar un partido en el frontón. Eso sí, donde otros veían un enemigo yo siempre vi una persona, aunque no siempre obré en consecuencia. Pero amigo de los nietos de Ventura, que les fabricaba unos tiragomas que parecían de escuela de armería, relucientes, le pidieron que me hiciera uno. Ventura lo hizo. ¡Qué arma! ¡Cacharro lindo! Por fin tenía yo con que deslumbrar a los compañeros aunque no supiera concretar su utilidad.
         Don Manuel era nuestro maestro de escuela, pupilo en un bar cuya hija trataba con mi madre. Me perdieron. Manuel dibujaba como a nadie había visto hasta entonces, tinta china de colores. Dibujó, vistoso y con buen trazo, al caudillo. Según nos lo enseñaba Jesus Mari susurró algo a algún compañero y Don Manuel (no Machado) le arreó un sopapo certero y preciso en plena cara. Creo que llegó, en la autonomía, a cualificado funcionario autonómico del gobierno nacionalista. Iosu hoy es rector.
         En medio de una de aquellas clases vespertinas, mal llamadas particulares, a instancias de madre y comadre, me envió a casa en busca del tiragomas que negué poseer. Lo traje, y delante de todos convirtió aquella valiosa pieza en un manojo de alambres. Mi humillación no tuvo igual, a nadie en el pueblo le habían desarmado de forma tan vejatoria. Era un verificador el tal, y yo, con solo ocho años, un mísero desarmado, llorón, futuro militante pro derechos humanos. 

viernes, 21 de febrero de 2014

TRÁFICO

EL DIARIO VASCO 21-2-2014

         Pensaba yo, sin ánimo decisorio, que el último vestigio de parentesco que nos quedaba con los sefardíes era el filológico. Alguna razón mayor debe de haber, y de extraordinario peso, para cuando, tras más de quinientos años de expulsar de España a sus antepasados, han decidido reconocerles y concederles la nacionalidad, algo, hoy, de tan preciado valor. Es para mi un misterio insondable, tan misterio como, a cuenta del evento, las viñetas publicadas por los periódicos israelíes en las que se ven ante la embajada española colas de gente, de sefarditas, haciendo turno para cumplimentar el trámite pertrechados de banderas e iconos del Barça y algún elemento privativamente catalán. Se me resbala una sonrisa de Mas.
         Esa misma sonrisa se me hiela cuando caigo en la cuenta de que para las malas ideas no hay fronteras ni nacionalidad exclusiva y estas imperan con cada vez mayor descaro.  El referéndum suizo impone cuotas a la inmigración laboral.

         Me estruja el ánimo y se me quiebra el alma cuando contemplo cuerpos  humanos muertos justo en las rayas de la fronteras por el único motivo de pretender cruzarlas. Oigo y no entiendo, no entiendo y oigo, en las cámaras que nos representan a los ciudadanos, cómo preguntar, solo preguntar, por esos cadáveres, esos congéneres, es estar con Bildu en Navarra y arremeter contra la Guardia Civil en España. Y la sangre me hierve y me hierve la sangre. ¿quien tiene autorización para jugar con nuestra vida? ¿quien para traficar con nuestras muertes? Y nos lo hacen, los suyos, los tuyos, los míos... nosotros.

viernes, 14 de febrero de 2014

MÁS LUZ

EL DIARIO VASCO 14-2-2014
         La gente no sabe lo que cuesta decir la verdad en términos precisos. Es más, tergiversa lo que uno dice en el mismísimo morro de quien lo hace y le parece más verdad que la propia verdad. Yo creo que a todos ustedes les ocurrirá lo mismo o parecido que a mí. Me pongo a mirar atrás, a mi ya larga vida, y suelo sentir que he logrado hacer bastantes buenas cosas, sin exagerar pero bastantes, que soy, en el buen sentido de la palabra, bueno. Pero a la hora de explicárselo a los demás no resulto creíble. ¿Bueno tú? Por favor, ¡anda ya! Tu no has sido bueno ni cuando dormías. La frustración es como para retirar todo crédito a la naturaleza humana y a las relaciones personales.
         Pero por fin he encontrado una manera documentada de demostrar que soy fehacientemente bueno. Llevo en el bolsillo el anuncio impreso, y en el móvil el anuncio grabado, de mi compañía de luz eléctrica, esa que nos está informando del detalle y pormenores de los conceptos de la factura  de electricidad. Esa que dice que solo 19 euros de 51 que pago corresponden al gasto de luz, que el resto son impuestos y subvenciones. Me siento, certificadamente, cívico como nadie y benefactor como ninguno, avalado por la solvencia social de una eléctrica. No apago ya la luz ni para ver fuegos artificiales, engordo la caja común y subvenciono. Espero ansioso el próximo recibo para calcular mi obra social.

         Sería superlativamente cívico y bueno, si consiguiera ser capaz de calcular ese mínimo beneficio oculto en el desglose de la factura y se lo hiciera saber a la compañía. Por si no lo saben.

viernes, 7 de febrero de 2014

INEVITABLE

EL DIARIO VASCO 7-2-2014
         ¿Quién se lo hubiera dicho? Siempre afirmó, quizás no sin malicia, que quienes le precedieron no tuvieron ni acierto ni voluntad y que todo era una calamidad porque lo que de verdad les interesaba era exclusivamente su puchero, aunque lo calentaran a costa de los demás. También en aquella ocasión llovió a mares y el personal necesitó ayudas. La nueva autoridad se comportó como si el exabrupto climático fuera un acoso, injusto e irracional, urdido vengativamente por todos los de la coalición del mal a su estiloso gobierno.
         Se puso katiuskas e indumentaria apropiada. Junto con la alegre, numerosa y esforzada cuadrilla, se pertrechó de palas, rastrillos, azadas y más aperos, montó en la camioneta y llegó a destino en aires de romería, como dando a entender lo fácil y sencillo que puede resultar cuando se quiere y se tiene voluntad. Trabajaron duro. Fue como un aleluya sinfónico coral al trabajo comunitario, a nuestro auzolan. Quedó en más futuras y venideras brigadas.

         Se han vuelto a repetir distintas agresiones de la naturaleza, algunas afectando a las mismas personas, pero para idéntico o parecido problema no se ha recetado la misma solución. Hay alguien que no desea más brigadas jacarandosas, la autoridad o la vecindad, o no son adecuadas. Las aguas siguen creciendo sin cauce ni saber hasta cuando. En los armarios, colgarán las chaquetas, americanas, agenciadas por la autoridad, ahora en uso, junto a la antigua ropa de faena, hoy en desuso, inservible. Manifiesta que los embates de la naturaleza son inevitables, ahora, no como antes