viernes, 28 de noviembre de 2014

GISASOLAS

EL DIARIO VASCO 28-11-2014


         A saber cómo acotarán en la historia este período que se nos da en llamar nuevos tiempos. Se podrá leer que será el tiempo transcurrido entre los finales del folklore de la organización armada –no es mío el término, es de una persona activista y por muchos años reclusa- y el tiempo que duró el show de la reconciliación, todavía sin determinar su final hasta que los medios audiovisuales marquen otras prioridades. Tendremos que absolver a la historia por relatar nuestra vivencia de modo tan intrascendente y superficial.
         Mucha gente lo vive así, como mero cambio de trámite en el sistema fiscal o en el código circulatorio. Otras gentes, marcadas a fuego por sus vivencias, tienen que hacer ímprobos esfuerzos para que no les resulte incomprensible esta actitud. A fuer de pesado, de obsesivo, de cargante, me inclino por indagar en las vivencias, y dudo de que esta sea la solución más adecuada, aunque probablemente sí la más justa.
         He seguido, desde la curiosidad, desde el respeto, desde la discrepancia, hasta desde la admiración, la última trayectoria de Carmen Gisasola, y de algunas gentes más. He leído su novela Gaur zortzi, observado sus presencias públicas; no puedo negar un fuerte punto de insatisfacción que no soy capaz de explicar. De igual manera he sentido su valor al adelantarse a sus compañeros, al ser tildada de traidora por quienes, cobardes e incapaces para practicar la violencia, indujeron a otros a hacerlo. Ese esfuerzo merece la mínima y respetuosa compensación de intentar ponernos en su lugar, tal como ellos; por aquello de la autocrítica, sobre todo.

viernes, 21 de noviembre de 2014

XIXILIS

EL DIARIO VASCO 21-11-2014

         Santa Cecilia era el día en el que el coro de Urrestilla, mi coro, celebraba su día, Santa Zezilia eguna, sin variantes ruralizantes ni fonetismos rústicos sibilantes y xuxurrantes. El coro cenaba  y cantaba. Ya en el camino de la cultura, religiosa en exceso, supimos de la oficialidad del patronazgo de la dama Cecilia sobre todo lo que fuere música o tuviera relación con ella en el mundo. Tenía su importancia aunque no llegara a casta en el santoral, pues, aunque compartido tenía himno. El himno que en marzo cantábamos a San José servía para, en noviembre, cambiándole la letra, cantar a la virginal Cecilia, patrona celestial del hombre que en la tierra ansía a dios cantar. Renuncio a relatar su biografía por temor a incurrir en procacidad indocumentada.
         Un litigio neurológico me da a conocer a la diosa Siringa (jeringa, tubo, flauta), diosa pretendida y perseguida por el desagradable fauno Pan, hijo de Hermes y una cabra, hasta el punto que Ladón, un rio dios, la tuvo que convertir en junco para protegerla de éste. El agradable sonido que ese junco, Siringa, produjo al soplo del aire impulsó a Pan a cortarlo y fabricarse un flauta, que tocó durante el resto de su vida hasta creerse el dios de la música.
         Y así va descubriendo uno las miles de expresiones de la malicia y del candor humanos, dispersados por infinidad de mitologías, hasta cerrar el círculo con el sorprendente Xixili eguna que rezan nuestros titulares arrancándome jirones de identidad, y confundiéndose con ropa íntima femenina, cada vez que lo hacen. Yo, solo quería felicitar de víspera a cantores, músicos y similares en su día.

CULMINAR

EL DIARIO VASCO 14-11-2014

         Eran almas cándidas, manos blancas. Eran gentes sin pasado, o con pasados impersonales, no memorables, humildes, llanas, con renuncia expresa a la notoriedad, o involuntariamente notorias. No eran contaminados, ni adscritos, sólo algún sábado o fin de semana movidito por aquello de hacer un favor a gente, que no teniendo porque ser necesariamente buena, sufría una injusticia, no cualquier injusticia, si no determinada injusticia, la injusticia que diría aquel, la que importa sobre todas las demás, la única que importa. Y no eran pocos, eran bastantes, sí que eran unos cuantos miles, gente honrada, algunos hasta el aburguesamiento. Eran espíritus nobles que amaban lo que les rodeaba, por todas partes menos por una diría aquel, que defendían en grupo y que atacaban en rebaño, eran caras amables, incapaces de traicionar a quien no se lo merecía. Eran gente parecida a la que negamos el problema hasta que lo identificamos en propia carne, gente que dijo sí al sacrificio, que limitó  el tiempo de compromiso, un año, dos años, sin apegos, nunca quedarse.

         Hablaron alto. Negaban la voluntad de sus antecesores, afirmaban su incapacidad. Todo era porque al resto no le daba la gana, ellos podrían. No era una cuestión de crisis, era vicio, cuestión de querer. Quienes les antecedían eran amigos de la buena vida y de buenos sueldos, y de lo ajeno. No se rebajan el sueldo porque no les dejan, saben lo que es necesitar unos miles de viviendas y no haberlas, haber menos empleo, menos protección social. Hoy saben que la crisis, como ellos, sin querer, sigue… para culminar la tarea iniciada.

sábado, 8 de noviembre de 2014

BARRA BARRA

EL DARIO VASCO 7-11-2014


         Cada vez es más la gente que ante la presencia de personas que intuye de procedencia balcánica, africana o latinoamericana, desenfunda la calculadora y la especuladora y empieza a escupir resultados: pisos institucionales, ingresos mensuales superiores a la media, financiación por caja común, opulencias vía ONG y caridad, lógicas consecuencias del entramado adecuado al efecto. El debate se torna sucio, muy sucio, tan sucio como que el que se está desarrollando en nuestra esfera política. Acabaremos sin que nadie tenga razón. Disgusta todo aquello que, ajeno a nosotros, percibimos como carne de subvención.
 Habrá que asumir con normalidad que a los euskaldunes vivos y practicantes se nos marque también con la lacra del subvencionado. Hay mucho desalmado que piensa que no diríamos ni agur si no tuviéramos la consiguiente subvención, que ni le saludaríamos en la escalera. También es verdad que con el euskera de por medio la más amable de las críticas se convierte en pecado de la peor intención.

La última resulta el pincho pote subvencionado, mintzo eta pintxo, actividad que ofrece la posibilidad, a hosteleros y a clientes, de practicar el euskera en un ambiente distendido, disfrutando de esta moda del pintxo pote. La web de la consultora impulsora reza literal y sarcásticamente “saque punta a las subvenciones para su empresa” y el gremio en cuestión, el de hostelería, lo explica en una nota que a tenor de su último párrafo se podría pensar que quien bebe, desde el chapurreo hasta el nivel experto, es el gremio y no los clientes. Barra barra… en euskera y casi gratis.