No deberíamos escatimar un céntimo en
crear un premio con fuerte dotación económica para quien, político, ciudadano
preclaro o de a pie, fuera capaz de plantearnos en términos razonables y
razonados la proporción justa que deberían tener el gasto social, el cultural y
otros. Me da que hace bastante que perdimos el juicio y estamos lejos de
recuperarlo, en perjuicio, claro, de la cultura y del ámbito de las
prestaciones sociales.
En ese punto ha simulado querer colocar
su negativa al acuerdo de Chillida-leku nuestra diputación. ¡Horror! No se
puede explicar peor. El anuncio foral más parecía la expresión pacata y fugitiva
de un tumultuoso bailongo liderado por un coro de Santageda, al estilo de esos
mix de bertso, aurresku y flamenco que últimamente nos ha dado por entender que
son la máxima expresión de la cultura y la diversidad. Es legítimo concluir que
si el gasto estratégico en lo social y en desarrollo económico se hace con
parejo criterio nos iremos a pique en la próxima tempestad.
Ahora
-muy al estilo- supongo una fina, callada e invisible lluvia de suciedad que
poco a poco irá enfangando el nombre de los Chiillida. Aquí se descalifica y se
ponen en marcha infamias soterradas, lo de debatir y discutir es un camelo,
transformado en espectáculo, que solo unos ingenuos y lelos como nosotros
queremos creer. Cuando así conviene se infla el censo de los enemigos del país
y ya está.
En
su día no gustaba nada a nuestros representantes el Guernica de Picasso, hoy lo
reclaman como propiedad exclusiva. Les alabo el gusto, pero quizás sea tarde.