viernes, 13 de enero de 2017

CARNALIDADES

EL DIARIO VASCO 13-1-2017

Ya no están en vigor ni la picota ni la inquisición. Son elementos innecesarios a la hora de infringir un castigo, lo merezca o no, a alguien. Basta con los medios de comunicación y las redes sociales. No por necesaria -lo será, digo yo- deja de resultar brutal e inhumana la manera de someter a pública exposición a sospechosos, reos, penados y demás gentes. Me arriesgo a decir que me abruma hasta la compasión la exposición pública del sacerdote guipuzcoano condenado eclesiásticamente por abusos sexuales.
Si bien parece que el pecado o delito cometido por éste es el pecado original, sin concretar grado, entre el término abuso utilizado por los afectados y el de tocamiento utilizado por la diócesis, su repercusión no tiene precedentes entre nosotros. Ningún otro “tocamiento” ha sido objeto de semejante despliegue informativo ni, en comparación, habrá delincuente sexual en Euskadi con tanta atención mediática. ¿Será por actuar en justa correspondencia con la obstinación de la iglesia católica en hacernos limitar las prácticas sexuales a la sola función reproductora y no más que en sagrado matrimonio? No lo sé. Desde luego que la humanidad es otra desde que descubrió los cometidos lúdicos y lúbricos del sexo, más divertida, aunque más complicada, y la persona mucho más racional, aunque igual de animal, a pesar de miles de motivos para afirmar lo contrario.

¿Por qué los anónimos afectados a quienes los sucesos condicionaron sus vidas llaman a salir a la luz a las posibles víctimas ocultas? ¿Es la renuncia a la justicia y el recurso a los tribunales eclesiásticos la forma de que se haga la luz? No todo es sexo en esta vida.

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