viernes, 17 de febrero de 2017

ALDAKETA

EL DIARIO VASCO 17-2-2016



Euskararen politikak nola asentatu eta txertatu diren gure artean ikustea aski da diktadura eta demokraziaren arteko diferentziak nabarmentzeko. Baina esan beharko dut euskaltzale asko eta asko petral eta zakur portatu dela gai honetan gure instituzionalizatze prozesuko urte guztietan zehar. Eskerrak jende asko erradikala izan den, demokratiko erradikala. Eskerrak bi hizkuntzen, edo hiruren, aitorpen eta bizikidetzan oinarritutako mezua sendotzen ahalegindu diren.
Urte guzti horietan ezin uka zalantza, balantza eta estropezu ideologiko ugariren artean bizi izan garela gaurdainoxe, aginterik gabeko herri bat bagina bezala, lidergo politiko zirriborrotsupean galduak. Zenbait unetan bazirudien, eta badirudi, euskarari mesede baino kalte gehiago egiten dion euskaltzaletasun populista erradikal horrek lausotzen dituela beharreko genituzkeen erreferente zibiko eta herritarrak.
Erreferente horietako bat izan da, nabarmena eta sendoa, azken hilabeteotan Hizkuntza Politikako Sailburuordetza utzi duen Patxi Baztarrika, gehienetan, adiskidea. Euskal gizarte demokratikoak bazuen nor bat erakunde politikoetan eta bazekien euskara kontutan erakundeak hor zeudela desarrazoiaren aurrean makurtu gabe aritzeko. Betiko, hitzaren zentzu zuzenean, eta berezko euskararen sailburuordea zirudien. Gobernu berrian aldatu egin dute.

Ez dago aldaketak esplikatzeko derrigorrik, aski da arduradun nagusiaren konfiantza argudioa. Baina Kultura Sailburuak arrazoi bat eman du. Oraindaino beti gipuzkoarrek izan dugula ardura hori, ataundarrek esatea falta zitzaion, eta bizkaitar bat jarri duela. Aski nuke ondo egin duela esateko egun hedatzen ari zaigun bizkaitarkeriarekiko jarrera kritiko eta akademikoago bat indartzeko balitz. Ikuskizun.

sábado, 11 de febrero de 2017

ILUSIÓN Y VÉRTIGO

EL DIARIO VASCO 10-2-2017

He disfrutado leyendo el libro Días de ilusión y vértigo, 1977-1987 de Eugenio Ibarzabal, todo un personaje. Quito, naturalmente, aquello de que en este tipo de libros los autores tienden a contar las cosas dando a entender que estuvieron allí, donde la cosa se cocía, y que de no haber estado ellos no hubieran sucedido o no hubieran sido tan importantes. Todos aderezamos nuestro pasado seleccionando las fuentes documentales. No por ello diré que del relato de Eugenio cabe deducir que si por él no fuera Lete hubiera cantado sin guitarra, Caro Baroja se hubiera vuelto a malenamorar o Mitxelena hubiera vuelto al 36. Más ella de los acuerdos y desacuerdos, de las filias y fobias de cada uno de nosotros, le agradezco el énfasis que pone en resaltar personas, decisiones y acontecimientos que priorizaron la consecución y consolidación de la democracia por encima de cualquier otra aspiración, porque, para decirlo de manera suave, no todos estuvimos a la misma altura en aquella época.
Entre los infinitos recuerdos, fluyen improvisaciones, luchas generacionales, decisiones lúcidas, crasas equivocaciones, maldades prorrateadas, ingenuidades suicidas, relaciones convulsas, asunciones de responsabilidad. No diré que de tales colisiones saliéramos totalmente ilesos pero sí bastante más sanos de lo que pudo ser, aunque hay hoy todavía quien necesita de fuerte tratamiento.

Sonrío en las líneas en la que habla el socarrón Ricardo Etxepare diciendo que, perteneciendo él al máximo órgano de gobierno, pensó siempre que había otro órgano en la sombra que tomaba las decisiones, porque aquello que veía no podía ser verdad. De aquella verdad, de aquellas grandezas, canalladas, indecisiones… nos viene mucha de nuestra dignidad, no siempre atacada.

domingo, 5 de febrero de 2017

FALTA MUCHO

EL DIARIO VASCO 3-2-2017

Si a alguien, desconocedor de lo nuestro, quisiéramos relatarle que, por aquí, se mataba y asesinaba sin que ello no estuviera mal visto por muchísima gente, y para ello empezáramos a relatar casos sueltos y le dijéramos que mataron a un vendedor comercial, a un vendedor de chuches, a uno de bicicletas… Si paráramos ahí, posiblemente nos preguntaran que qué tenían los asesinos contra los vendedores. Y tendríamos que echar mano de otros casos, muchos y variados. Si nuestro escucha no llegara a la conclusión de que mataban a personas porque les caían mal, porque pensaban diferente, porque pensaban lo contrario, porque se oponían a ellos, porque les incomodaban sus testimonios; si no concluyera que lo único que querían era someter a las personas, a las cosas y a la historia, a su caprichosa y antojadiza voluntad, y que hacían, sin confundirse, lo que sabían y querían hacer, matar y violentar, es que quien nos escucha o no tiene entendederas, o se lo hemos explicado de forma que peor imposible. Es vital la forma de contar.

Me duele que a los veinte o treinta, o los años que fueren, tengan que salir a la luz familiares de asesinados y crónicas de hechos que pretenden dejar claro que la persona asesinada no hizo nada, nada que los asesinos debieran considerar motivo suficiente para allanar su derecho a la vida y cortar de forma sangrante su presente y su futuro. Si todavía no hemos conseguido que las familias y allegados de los asesinados no sientan la irritante y ofensiva necesidad de explicar que el suyo no hizo nada, quiere decir que hay otra muchísima gente que piensa que motivos para matar personas había y que matar era justo. Nos falta mucho.