Me
gustaría poder argumentar una frase que lleva años conmigo pero que no me
atrevo a escribirla ni pronunciarla por miedo a no ser entendido o no poder
explicarla. La diré, caiga quien caiga. Agobiado por tanto éxito literario,
cinematográfico, artístico… éxitos tan evidentes e innegables, que no me atrevo
a decir ni mu, o lo digo en susurros, al oído, sólo de gente que sabe que no me
traicionará, ni me delatará. Bastante hasta la coronilla de que se hable bien
de los libros y la lectura sin tener en cuenta la abundante mala literatura que
circula en nuestros días, cosa que siempre ha habido pero sin tanto bombo ni
aplauso. Harto del buen nombre de películas que jugando con los buenos
sentimientos y algo de corrección política surquen, debidamente jaleados, rumbos
de obras maestras. Ese mercado del arte dinamizado por especuladores y
blanqueadores capaces de valorar a aquello que pasados los inviernos que le
corresponden no le quedará otra que el merecido olvido.
Pues
lo digo. Así como hay piezas artísticas que no son arte, grandes éxitos de cine
y literatura que no son ni obras maestras ni literatura afirmo, con todas las
consecuencias, que hay culturas que no son cultura, y más entre nosotros. Los
mundos del estereotipo, del cliché y los tópicos son cultura pero, repito, hay
culturas que no son cultura.
En estos días en los que se lee lo que se lee,
se ve lo que se ve, ebrios de bondad y vulgar corrección política se me escapan
estas líneas de admiración a Lantxabe, esa asociación vecinal que organiza un
viaje postertulia literaria a los escenarios de la Novela de Ferrara, porque
hay culturas que sí