lunes, 18 de junio de 2018

Y ELLAS

15-6-2018 EL DIARIO VASCO


Móises, no Moisés, era exageradamente formal. Se fue a trabajar a Eibar y fundó familia. Vestía limpio, y también de domingo, no era tabernero y era asiduo a todos los oficios religiosos. Había otros hombres de ese estilo, a uno lo llamaban talán, como el tañido de las campanas, pues en cuanto oía una arrancaba hacia la iglesia para acudir a la función que anunciaba, fuera misa, rosario o triduo.
Móises, otra vez en el pueblo, cuidó de los últimos años de su madre. Su perfil humano no era el de mayor prestigio en aquella época de desarrollo y prosperidad económica. El derroche y el despilfarro se imponían a la sobriedad y la austeridad. Aquel reaccionario con voz y voto en las mesas de cuadrilla y chiquiteo, fijaba, sin ningún sonrojo, su personal hito universal diciendo que el feminismo se inventó cuando Móises y esta gente se fue a trabajar a Alfa a instalarse en la pecaminosa Eibar. Aparte de cometidos domésticos invisibles, se les veía tender la ropa y similares. Ahí, decía, que empezó la perdición del mundo.
Un día de la semana pasada, el mismo en el que salías a comprar el periódico y para cuando volvías a casa te habían cambiado el gobierno, noté una profusión de hombres inusual haciendo la compra. No insinuaré que el fenómeno tuviera relación directa con la composición del nuevo gobierno y su número de ministras, pero, sí que me sé de algunos que, presa del pánico, no salieron de casa toda la semana con el fin de estar atentos al teléfono y poder contestar a la llamada diciendo que ella no estaba.
El día que este gobierno afronte su crisis final no faltarán quienes, con humor o sin él, responsabilicen de lo ocurrido a ellas. Será el progreso, el avance, otro Eibar.

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