domingo, 28 de agosto de 2016

ELOGIO

EL DIARIO VASCO 26-8-2016

         Le titularon la entrevista diciendo que a los políticos les toleramos cosas que en una empresa privada no les permitirían. Es un intelectual serio y que no se prodiga en tonterías a pesar de que, esta vez y a mi entender, tenía el punto crítico un poco chato, cosa que le hizo decir algo con que muchísima gente está completamente acuerdo. Se me fue el recuerdo a aquellos tiempos en que uno iba a cualquier ventanilla o mostrador de administración pública con un miedo general e indefinido a no se sabe qué, a poner a remojo su problema en un océano de ineficacia. Hoy, nos arrimamos a esos lugares, con la seguridad de nuestros derechos y con altas probabilidades de encontrarnos con gente que nos atienda amable y gentilmente. Desde luego que la probabilidad es más alta que en esas empresas privadas llamadas bancos o cajas, donde se va a ingresar diez euros, cancelar ese no sé qué, o modificar un dato, y se sale patrocinado por un problema que no se tenía, y que antiguamente se solucionaba fácilmente, pero que hoy no deja de perseguirle a uno a perpetuidad.

         Me pregunto yo cuantos cuñados, sobrinos, amigos y gente ineficiente rondará en las esferas privadas de las empresas sin evaluación de capacidad o aptitud. Y, no es que me lo pregunte, estoy seguro de que la corrupción en la política pública sería imposible sin corrupción en empresa privada ¿Quién, qué, para qué y para quién corrompe? Nunca censuraría a un joven, a un amigo, un familiar, diciéndole que lo que hace no se lo consentirían en la empresa privada. Ocurre que en todos nuestros ámbitos los sinvergüenzas empiezan a ser mayoría y tenemos que empezar a frenar el elogio incontrolado.

domingo, 21 de agosto de 2016

FONDEROS

EL DIARIO VASCO 18-8-2016


         Christian Andersen describe la parada del tren en Olazagutia como algo, diría yo, ciertamente espantoso. Un frio, similar al que hubiera podido padecer en una travesía entre los montes de Noruega y Suecia. Sin embargo canta excelencias sobre aquel pueblo con aspecto de ciudad, con casas bien construidas y grandes soportales; San Sebastián, fondas limpias y elegantes. Sigue contando cómo en Madrid hubieron de pagar un precio muy alto por el visado de sus pasaportes y cómo en Irún se les volvió a exigir un nuevo tributo, prueba clara de que algo había que sufrir para no encontrar todo paradisíaco en España. Está claro que Andersen, allá por 1862, desconocía el concepto de tasa turística.
         Parece que es objetivo de nuestras instituciones involucrar a los turistas en los costes de la ciudad y del territorio que disfrutan a través de esa media moneda, dos monedas, o similar, que se cobraría por cama, y puedan comprobar así que el paraíso que les ofrecemos tampoco es completo. Hasta el momento pocas voces han discrepado en público de la idea. Cabría resaltar la aceptación matizada de alguna asociación de empresarios hosteleros que se muestra partidaria de reinvertir lo recaudado en la promoción turística.

         Me resulta bastante molesta esa idea generalizada de que lo que las instituciones pretenden, indefectiblemente, es recaudar; casi tan molesta como la de que quien paga es el único titular de derechos. ¿Pueden los empresarios de hostelería, u otros, explicitar su inversión en la promoción? ¿pueden las instituciones envidar diciendo que invertirán en promoción una cantidad proporcional, o igual, a la inversión del sector?

martes, 16 de agosto de 2016

¿FAVOR?

EL DIARIO VASCO 12-8-2016


         Difícilmente puedo soportar un partido de futbol íntegro. Puestos a ello puedo soportar, de principio a fin y con ánimo combativo, cualquier partido de la Real por malo que este sea. Hace años que siempre que me pongo toca malo. ¡Ah! Y eso sí, que no me lleven al campo, en el sofá de casa plácidamente. No puedo con las unanimidades estruendosas, a la primera me hago del árbitro y de sus sentidas madre y familia. Por tanto, nadie piense que no soy opinión autorizada ni desconocedor de la regla del fuera de juego, la conozco desde que la llamábamos “hor zai”.
         Me cuesta más entender el galimatías de la financiación de la obra del estadio de Anoeta, esa propiedad pública, tan digna como exclusivamente usada, en su práctica totalidad, por la Real de nuestros dolores. De todas las propuestas habidas hasta ahora, constructivas y financieras, la última, la que está pendiente de pequeños trámites y retoques estilísticos, es la más simpática, hasta llega a prestar dinero a una sociedad de capital municipal. ¡Increíble! Cómo ha cambiado el futbol, y nosotros, que nos lo creemos. Cuando a la opinión pública nos da por creer en lugar de entender, se adueña de nosotros ese prepotente que tanto me irrita y me cuesta soportar.

         Pues sí, a ese extremo hemos llegado, hasta el punto de que uno de los exégetas de ese acuerdo de convenio llega a afirmar que con el dinero que la Real destinará podría levantar un campo propio en cualquier solar y, siendo como es el único usuario factible de la operación, dejar Anoeta convertido en una casa de cultura con un estadio abandonado en su patio trasero. Ruego que los prepotentes desistan de hacernos favores.

sábado, 6 de agosto de 2016

DESAFIO

EL DIARIO VASCO 5-8-2016

            Este diario titulaba, hace días, que leyendas del deporte vasco inauguraban una exposición en el Museo de San Telmo. No sé por qué, me dio por pensar que tenía que estar entre ellos Txomin Perurena, ese pícaro ilustrador el Tour del que disfrutamos en nuestro periódico. Pero no, no estaba y me di cuenta de que la cosa iba por otros derroteros, que quien tituló la noticia incurrió en esa rutina mental del que casi ningún vasco empezamos a estar libres.
            La noticia se refería a una exposición que se quiere inspirar más en el desafío, el reto y la apuesta que en la discutible especificidad vasca de las actividades deportivas representadas. También supongo que los comisarios de la exposición no han podido librarse de la rutina que he citado. Acudí a verla en pareja y ante mi falta de entusiasmo final fue mi mujer quien me dio la explicación. Nosotros, ella y yo, habíamos crecido en esos ambientes, por lo que es muy difícil presentarnos algo que nos sorprenda, motivo por el que a nadie me atrevería a desaconsejar la visita.
            La rutina impera. Aquello que, en rigor, se llamó deporte rural ha pasado a llamarse, en castellano y en euskera, herri kirolak, incluso alguno se ha atrevido a llamarlo euskal kirolak, y ahí sigue, confundiéndonos, olvidándonos de gallegos o cántabros o no incluyendo en la relación de deportes vascos especialidades que se practicaban y practican habitualmente calzados o mecanizados y sin que necesariamente haya apuestas.

            Ahora que son las fechas, no me explico por qué las distintas modalidades del juego de la pelota vasca no son un deporte olímpico ni hay un clamor popular, político, que lo exija.