viernes, 7 de abril de 2017

SÍ, YA, DISCRECIÓN

EL DIARIO VASCO 7-4-2017

            No quedaba otra, discreción. Discreción era, tercera acepción, reserva, prudencia, circunspección, mejor callados. Si lo decías, no lo ocultabas o, mala suerte, se hacía público, la gente, la sociedad civil, septentrional y meridional, huía como de la peste. Eras un estigmatizado obligado a ocultar la vergonzante marca por discreción y con discreción, sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar, según la primera acepción. Siempre se exigió no hablar ni alto ni claro, hacerlo con discreción, es decir, con el don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad… hasta que te callaran y te segaran el movimiento. Y discretamente, calladamente, no siempre dignamente, se ha vivido y sufrido.
         Hoy se nos exige compostura, no alimentar la conciencia de sometimiento, ser casi indignamente callados al menos unos días, hasta nueva orden, no deslucir el aquelarre. Se vuelve a pedir que ni se grite ni hable alto, que se contenga el dolor y su recuerdo, que no se diga ¡ay!, que cualquier grito de dolor puede exasperar a la generosa fiera, en su penúltimo, nunca último, sarcasmo. Que es obligado festejarlo. Que es preciso callar porque trabajan los artesanos, que no es la hora de pacifistas rupestres, paleolíticos, de los que intentaron vivir de pie. Que no se la despierte hasta el sábado.

         Lo celebro, y rabio. Rabio por quienes aún no ven la calamidad histórica. Por quienes, recurrentemente, nos suplantan creando la excluyente figura de una falsa sociedad civil, aquella que vivió de espaldas al dolor, en un intento de perpetuar la deslegitimación del sistema democrático. Lo celebro y pido un trato penal y social más humano que el que hasta ahora hemos dispensado.

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