EL DIARIOVASCO 30-8-2013
Un
país, una ciudad, o cualquier colectivo humano, que pugna por dilucidar su
pasado puede ser considerado como algo que está embarcado en un noble empeño.
Si en el empeño se inclina a dar más importancia a su pasado que a su presente,
puede acabar ignorando la realidad que vive y sus evidencias. Las consecuencias
pueden ser fatales. Todos deberíamos estar de acuerdo en que el más histórico
de nuestros momentos es el presente y que ahí es donde nos las jugamos.
El contar mal la historia, el intentar reconstruirla o
revivirla todavía peor de lo que se cuenta, es claro indicio de negarse a
asumir ninguna responsabilidad sobre la realidad que vivimos, que puede llegar
a ser acuciante. No estamos para que nadie abandone sus responsabilidades en
nuestra situación, ni para que quienes debieran asumir estas nos distraigan
fantaseando la historia, rehuyendo así sus verdaderas obligaciones. Si queremos
compartir la historia dejemos que nos la cuente gente que sabe hacerlo y lo
hace con rigor, y no chisgarabises vengativos y justicieros que azuzan a la
fiera contra todos los que les disgustan.
A veces
tengo la impresión de que nos ocurre la de dos amantes de Zweig que tras años
de separación forzosa intentan recrear un episodio pasado intenso y no
culminado de su relación amorosa. Sea cual sea el escenario siempre algo,
físico, emocional, les impide recomponer aquel momento único. El eco de los
versos de Verlaine “En el viejo parque solitario y gélido, dos espectros
buscan su pasado” se sumerge en su consciencia, por fin conciencia y solo conmemoración.