viernes, 24 de noviembre de 2017

EIBAR

EL DIARIO VASCO 24-11-2017


         Como la estupidez es muy mediática suelen tener peligrosa fortuna las cretineces. Una de las últimas es aquella que ha hecho saber que la ciudad de Eibar ocupa el quinto puesto en la clasificación de las ciudades más feas de España. Desconozco la competencia del jurado en la materia, pero, sin que sea preciso enfatizar el acierto o desacierto del dictamen, no le supongo ecuanimidad por aquello del ataque de risa.
      Por muy asumidas que estén algunas fealdades no entiendo por qué tiene que haber gente especializada y profesionalizada en señalarlas. En Eibar habrá sentado de horror la noticia, en todos los sitios hay gente sin humor, y la habrá que le ha hecho gracia y ha seguido su vida. Lo de apelar a virtudes o defectos colectivos es un deporte muy peligroso, y generalmente mentiroso. Imagino la fabricación de una inocentada con la posición de Azpeitia en las listas de ciudadanía más arrogantes de Euskadi, la de Azkoitia como la más católica del occidente europeo o la de Urrestilla como la más… eso. Estaría montada.
         No seré yo quien diga que Eibar no se merezca ese honor, ni quien niegue que sea bonita. De hecho, sé de eibartarras que viviendo veinticinco días al mes en San San Sebastián están convencidos de que viven en Eibar y así lo manifiestan ¿no va ser bonita? Además de todo lo que en nuestro imaginario llegó a significar: emprendizaje, por supuesto, pero libertad, república, socialismo, baile al agarrado, laicidad, humor, vocación de ciudad. Sin duda que tiene innegables méritos para figurar en una relación de fealdades pero, ni por asomo, la veo en una lista de ciudades antipáticas. Y eso, sí que es de mucho mérito. Ni por inocentada.  

viernes, 17 de noviembre de 2017

CAJA

EL DIARIO VASCO 17-11-2017


         Será esa oralidad truculenta tan obsequiosa en nuestra infancia, o reminiscencias de la literatura, aunque no practique lecturas del género negro, o simplemente esa debilidad, otra más, con la que me ha dotado la vida. La visión de determinadas cajas me puede resultar insoportable. Imposible disociar una caja de zapatos de la idea de niños muertos, neonatos pobres y cuerpos de bebé depositados en ellos. Me asalta la imagen del triste padre en busca de injusta tierra de enterramiento, pobreza, marginación, injusticia… el evitable cruel sufrimiento.
         Me deprimen las cajas de zapatos, pero ni en casa lo puede uno decir. No es cuestión de imponer las fobias personales a toda persona que te quiere y respeta. Es una cuestión de debate conyugal y familiar. Encuentran utilidad a almacenar cajas de zapatos y la casa parece un patio de columnas construidas con ellas. En el mejor de los casos son de utilidad para sortearlas y evitar el saludo en días de tormenta.
         Por fin elegí el par que me convenía, fui a caja y me dijeron que de no llevarme la caja no tenía derecho a devolución. Embriagado de cívica indignación, ante el estupor de la cajera, previa, educada creo, petición de perdón, me despedí dejando un par de preciosos zapatos y su caja en el mostrador. Con algún retoque repetí la operación en otra zapatería con el mismo resultado. Acabé haciendo la compra por internet, de forma rápida y efectiva. Me llegó un par de zapatos de un color que no me pareció. Fui a correos e hice la devolución. Volví a la primera zapatería, compré, con caja y todo, aquel precioso primer par. El color era el del par de internet. En casa me llamaron bobo. Y la dependienta de caja no estaba.




viernes, 10 de noviembre de 2017

INSENSIBILIDAD

EL DIARIO VASCO 10-11-2017


Hemos leído que nuestra diputación estaba incrementando el número de plazas y recursos económicos destinados a las acogidas en servicios sociales. Me suelen alegrar todas estas mejoras, con una alegría directamente proporcional al tramo entre la información y la propaganda, pero alegría, alegría necesaria.
Se nos ha informado de que tres residencias de gestión municipal van a pasar directamente a gestión foral. En adelante dependerán más directamente de la mítica copiosidad económica foral, sin los condicionantes de las penurias municipales. Tampoco tengo motivo alguno para que no me parezca una mejoría más de nuestros servicios y su calidad. Tomémosla, pues, como una buena y deseable noticia.
Una de esas tres residencias tiene el patético nombre de Atsobakar, un topónimo heredado por encontrarse situada en terrenos del caserío que llevaba ese nombre. Llamar de esa manera a una residencia donde, supongo, se acogen mayormente ancianas y ancianos es una bajeza cívica, una insensibilidad con base en la ignorante indiferencia y desprecio idiomático, y en un rigor filológico a todas luces inhumano. La palabra atso en euskera significa vieja en el mejor de los casos, cuando no vieja con connotaciones peyorativas. Y bakar, en este caso, significaría solitaria. ¿puede una sociedad que se tiene por sensible, avanzada, solidaria, inclusiva, paritaria, transparente, y demás leches y cantinelas, acoger a un ser humano, por muy hacia las últimas o deteriorados que estén sus huesos y su aliento, en una instalación que se hace llamar “vieja solitaria”? El obligado cambio de nombre sería una muestra de fiabilidad de la operación y no costaría medio euro, sensibilidad.

viernes, 3 de noviembre de 2017

ERGATIBOAREN ALDE

EL DIARIO VASCO 3-11-2017


         Ebakia haiek eta kortatua nik, haserretzen hasi zaizkit lagunak. Utzi beharko dudala noizbait bazterrera kaskailukeria eta jatortasunaren nagusigoa, ironiaz arren, aldarrikatze hori. Onartzeko behingoz “ebakia”. Egiteko men. Arrazoi duten arren zaila zait hizkera egokiari uko egitea. Arau trantsizional (iragankor) bati ekin beharko diot. Ebakia eskatzen dutenean “nik honek, edo hauek, bezala” esanaz eskatuko dut. Eta, noski, jolas egin, jolasean ibili eta jokatu esaten jarraituko dut, inoiz ez jolastu, gehiengoak nabarmen makurraraziko nauen arte.
         Kafetara iritsita, tertulia gozora, giroan nabarmena zen zenbait auzi edo bizitzeko zailtasuni konponbide emateko lege aldaketen beharraren aldekotasuna, konstituzioarena barne. Hemengo katolikotasunak laxatu zirenetik, sineskeria, dotrina eta obedientzia itsua besterik ez zena, praktikotasunaren izeneko komenientziazko arau eta lege aldatze eta egokitzearen aldarri onberakeriazkoa bezain arrazoizkoa  jarri zen modan. Bezperako hauteskunde kanpainako eztabaidaz hasi ginen. Lotsagarria zen, ebakia eskatu eta konstituzioaren aldatze zale zenaren esanera, hautagai guztiek euskarazko ergatiboa hain barregarri erabiltzea. Denok gaizki erabiltzea ebitatzeko, araua aldatzea, konstituzioa bezala, genukeela hoberena esan nion. Kenduz gero inork ez zuela gaizki erabiliko. Barre egin eta jarraitu egin genuen.

         Sare sozialetan esaten egin dut aproba, emaitza oso kaxkarrekin. Haserretu eta mindu egin zait jendea, ergatiboa aldatu eta konstituzioa bere horretan zaintzeko sutsu bat izango banintz bezala. Irainduak sentitu dira, eta ez luke hala behar. Gauzen aldaketaren errazaz eta zailaz erreparatzeko ariketa txiki bat besterik ez da. Eta ez da erraza.