La de hablar bien, correcta y
precisamente, no es una facultad al alcance de cualquiera. No por ello
debiéramos renunciar a hacerlo, porque entre las innumerables ventajas que
comporta está la de que nos puede ahorrar problemas desagradables. Ante las
afirmaciones de una persona que habla correcta y precisamente es más fácil
escatir cualquier duda porque conocemos con exactitud el significado de lo que
dice. He dicho “escatir”, una palabra cuyo significado y uso hemos aprendido
este año, gracias al uso público que de ella ha hecho el consejero de interior
de Cataluña. Debe de de ser una de las que ha cobrado vigencia en el año que se
va.
Parecida
suerte han debido de correr palabras como amigovio, más que amigo y menos que
novio, o doble check azul, que empiezan
a hacérsenos familiares a los cien años de la primera guerra mundial. Palabras como abdicación, califato,
normalista, Ébola, han matizado su significado. No digamos nada con la palabra
casta que de haber infinidad ha pasado a haber una única, la casta.
Sé de una familia con bronca de lenguaje en estas fiestas. De acuerdo en
lo que es una tortilla francesa se calentaron hasta el insulto cuando
intentaron escatir si con chorizo seguía siendo francesa o no. Nada comparable
con la que se montó, en el revuelo de vinos, cavas, brandys, whiskys y rones, cunado uno de ellos afirmó ser el
encargado de sacar las basuras de casa y el cuñado viejo le respondió que no
estaba para indirectas. A botellazos. Aparte de que basura ya no significa lo
mismo para todos tampoco debieron de separar bien. Han dejado de hablarse.