viernes, 13 de abril de 2012

ESTADIO Y MUERTE

         Morir, junto con nacer, es probablemente el acto más político que cometemos las personas, por eso mismo deberíamos hacer las dos cosas extremando la dignidad. Es indigno morir en la calle, morir desasistido, es indigno morir sin previo aviso. Es indigno morir sin ritual o con ritual desmedido Es indigno morir a manos de la policía, por error o por negligencia. Es indigno morir en simulacro de enfrentamiento de carácter deportivo. Es indigno y es razón suficiente para no callar.
         Si calláramos ante una actuación policial, correcta o incorrecta, que se salda con la vida de un ciudadano nos estaríamos suicidando como comunidad ciudadana. Si no exigiéramos responsabilidades ante una actuación de la autoridad que no esclareciera las circunstancias de esa muerte en los aledaños del estadio contribuiríamos, sin atenuantes, a esa insensibilidad ante la muerte que tan larga y profusamente hemos exhibido en nuestra sociedad en los años de nuestra vida.
         Es la muerte del hincha del Athletic la que condiciona mi voz, que hoy me incomoda más que nunca, la que me obliga. Una voz que duda, que titubea, que teme; una voz honrada, tanto o más honrada que esas que se amontonan en el tumulto contestatario con sospechosa clarividencia y firmeza, voces que obvian esos acontecimientos que revisten al futbol, eliminatoria tras eliminatoria, de una violencia rutinaria de la cual no sabe, ni quiere, hacerse responsable – los de la bronca siempre son forasteros – y se desmarcan transformando la muerte de Iñigo Cabacas en un acto político, que sí que lo es, pero…

No hay comentarios:

Publicar un comentario