domingo, 22 de abril de 2012

TIEMPO Y TIEMPO

           De que vivimos nuevos tiempos no existe la menor duda. No porque tiempo de vivir y pasado sean incompatibles. Lo digo por la multitud de cambios y acontecimientos sorprendentes de los cuales nos ha tocado ser felices testigos o, mayormente, inevitables sufridores. Hoy y aquí se vive y se muere, pero de forma diferente. Se mata y se roba, pero por motivaciones distintas a las que nos habían acostumbrado. Se critica y se denuncia, pero aceptando de buen grado la diferencia. Se delinque y se falta, pero se intenta restituir, algo menos en metálico. Pero sobre todo, sobre todo, principal característica de los nuevos tiempos, se autocritica, se arrepiente y se pide perdón públicamente, rey incluido, aunque hay quien no lo ha hecho todavía. En general somos más honrados, por expuestos, y sensiblemente más pobres. Si no fuera porque se nos recorta hasta el aliento y porque los propósitos de enmienda no tienen período de garantía, se diría que estuviéramos en la Arcadia feliz.
         Son tiempos realmente nuevos, novísimos, a no ser que nos esté sucediendo lo que a Borrow, el decimonónico viajero vendedor de biblias. Se hizo este con un criado-guía para ir a Finisterre que se le escapó espantado de una posada abandonándolo en la más calamitosa y arriscada de las soledades. Cuando lo topó,  con educación y punto de sarcasmo, le contó la fuga del criado y le preguntó si por un casual lo habría visto. Este le contestó que sí, que lo había visto y que lo conocía, que era un tipo peligrosísimo del cual había que cuidarse mucho, por ladrón y copichuelero. Volvieron a caminar juntos.

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