domingo, 8 de abril de 2012

CRUZ

         Desde que dejé de rezar pienso más en los demás y me preocupan más sus preocupaciones. Y cuanto más pienso en ellas, más pesada es la cruz y más largo el calvario. Cruz y calvario, no precisamente los que celebramos esta semana. Me da que, tras siglos de trascendencia, las celebraciones de esta semana, despojándoles de lo folklórico, se la traen floja a la mayoría del personal.
         Imagino que si hoy, siglo XXI, hubiera que crucificar al Nazareno se haría, como es de rigor, pero que nos costaría darnos cuenta. Probablemente el dios encarnado en la modernidad habría liquidado a Marx, camarada Carlos, en pelea discotequera, sin pena ni gloria y sería juzgado y  exhibido por otros delitos, más por conducta contra prejuicios sociales que delincuencia. El sumarísimo se celebraría en un larguísimo e inacabable serial de telebasura, oprobio de dioses y humanos.
         Es que las cosas nunca han alcanzado la posteridad tal como han sucedido, si no tal como las han contado. Entre escritos apócrifos y canónicos nos hicimos una idea del Nazareno. Hay unos textos, unos evangelios, un testamento que procuran calidad y credibilidad. El moderno Nazareno nunca llegaría a la posteridad, ésta no es de interés para la telebasaura. Al moderno Nazareno lo engulliríamos con cruz y todo, en horario prime time y en pantalla 3D, y no lo pondríamos contar porque nos han robado el tiempo para hacerlo. Eso sí, el moderno Nazareno tendría representante, o entidad de gestión, que velaría por sus intereses, por los derechos de imagen. Este, fundamental la buena presencia, es probable que llevara bonete o mitra

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