viernes, 16 de noviembre de 2012

GESTOS


EL DIARIO VASCO 16-11-2010 
        Entendía Cesare Pavese que la cosa que más se teme ocurre siempre, que es suficiente con un poco de valor. Que cuanto más se determina y concreta el dolor en el debate de la supervivencia asalta la idea del suicidio. El suicidio, algo fácil al pensarlo pero… pero que sin embargo lo han solido hacer mujercitas, porque para suicidarse hace falta humildad y no orgullo. Escribió sus últimas palabras diciendo que todo esto daba asco, “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más”. Cerró el diario y se quitó la vida en aquel agosto de 1950. Se acabaron su oficio de vivir y su oficio de escribir.
         Desconozco el número de personas que hoy puedan estar horrorizadas porque pueda ocurrir aquello que temen. No sé cuantas pueden ser víctimas de un procedimiento justo o abusivo que les pueda desalojar de un techo y verse obligados a exponer su indignidad y la de los suyos, su imposibilidad y su impotencia, en un océano de rótulos y reclamos que le comunican que todo es facilidad, que todo sueño es materializable y todas las grandes gentes, sin interés ni comisiones, están a su servicio. El potencial suicida se incrementa en una progresión que es muy posible que nos aproxime irremediablemente a eso que tememos que ocurra y sea cada vez más la gente que opta por abandonar el oficio de vivir.
         La mujer, con permiso de Pavese, que se quitó la vida en Barakaldo ha conmocionado nuestras conciencias y ha desencadenado urgencias más de justificación que de solución. Como Pavese, empezamos a percibir que los suicidas son homicidas tímidos.

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