viernes, 2 de noviembre de 2012

LEER VOTOS

EL DIARIO VASCO 2-11-2012

         Me molesta cuando a las democracias formales, y reales, se las acusa de limitarse al voto que podemos emitir cada cierto tiempo. Como caricatura vale, y como contraste a las realidades antidemocráticas, también, pero creo que todo es más complicado. Para comprobar el nivel de complejidad y complicación basta con echar un vistazo a las interpretaciones que cada uno de nosotros hacemos de los resultados electorales.
         En estas últimas, como en otras, acudí al recuento de votos de una mesa electoral donostiarra. En la normalidad del día y del recuento apareció una papeleta con abundantes tachones y garabatos trazados a través de toda la ristra de nombres y márgenes. El joven interventor electoral que detectó la pieza levantó el brazo y mostró el voto al presidente y resto de miembros de la mesa para que acordaran, a primera vista, la nulidad. Un veterano interventor lanzó un golpe certero a la papeleta y la arrebató para depositarla en el montoncito de papeletas que correspondía a su partido. Dijo que era un claro voto al partido cuyo logo, el suyo, no llevaba a confusión. Nadie de los presentes nos atrevimos a decir nada en contrario ni preguntar por si las dudas. El sistema democrático había precipitado ya sus conclusiones. El ciudadano en cuestión que emitió su voto de aquella manera, de aquella manera fue interpretado, era claro lo que se le había entendido.
         Aquel que había garabateado la papeleta, como si depositara en ella metros de hilo desmadejado, entre garabato y garabato había escrito con letra alta clara: ¡Quiero un trabajo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario