Si la
civilización no retrocede es cuestión de tiempo, más poco que mucho, el que
todos aquellos espectáculos, saraos y divertimentos que se celebran sometiendo
animales, aun con ánimo artístico, cultural, histórico, patrimonial o deportivo,
acaben siendo proscritos. Caminamos hacia la perfección. Pero, prueba de que
nadie es perfecto, digamos que no todos los que proscriben estas celebraciones
son representantes edificantes y modélicos. Cuesta creer que quienes durante
años han acudido impertérritos a la lidia y público sacrificio de personas sean
sensibles al sacrificio animal, pero el resultado es el que es y hay que
reconocer que no salimos perdiendo.
Ni ellos
inventaron el debate, ni son los que lo culminarán. Ya en el florecimiento
cultural vasco anterior a la guerra se debatía con más normalidad y menos
sectarismo político. Diría que todos aquellos que hablaban de lo poco
civilizado de los espectáculos taurinos no evitaban referirse con igual malestar
a las modalidades teóricamente más autóctonas y animalistas, o consideradas
deportes populares nuestros.
Sopuerta
(Bizkaia) se ha sumado a la lista de municipios del mundo que han prohibido,
corridas, novilladas, idi-probas y todos los festejos que supongan maltrato
animal. La televisión pública vasca sigue ofreciendo, con cierta frecuencia,
espectáculos de arrastre de piedra animal, féminas incluidas, supongo que sustentándose
en la igualdad de géneros y en el valor y promoción de lo autóctono, hasta que
no haya otra elección que Sopuerta o una televisión pública a la griega.
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