viernes, 20 de septiembre de 2013

CONVENCIONES

 EL DIARIO VASCO 20-9-2013

                Y pensar que la guerra tiene sus normas, cualquiera lo diría. Se tienen que cabrear los Estados Unidos de Norteamérica, y a sus órdenes, la humanidad, para que nos enteremos de que hay guerras y guerras. Uno que pensaba que en la guerra todo era jauja, que precisamente la guerra era guerra porque se trataba de dar al enemigo lo más fuerte posible y de cualquier manera, tiene que tomar en conciencia que la guerra tiene sus normas y que lo demás está prohibido, sin que se sepa como cumplir la prohibición. Una cosa es la guerra convencional, bomba atómica incluida, y otra bien diferente es la guerra sin normas, con gas sarín, por ejemplo. Sibilina perfidia,

         Disfrutamos de las coplas del ciego de Solferino, porque la batalla fue convencional y no con gas sarín, San Ignacio es santo por la misma causa, porque el sarín no le hubiera dado tiempo a convertirse y ser bueno. Así hasta la tomatina o guerra de los tomates de Buñol, otra vergüenza que desde España ofrecemos a la humanidad. 130.000 kilos de tomates, por tirarlos había que pagar 750 euros y por recibirlos 10, 180 personas en protección civil, 45 policías, 50 agentes de seguridad, Guardia Civil... nueve ambulancias del Samur, varios helicópteros y un hospital de campaña con 12 médicos y 14 enfermeras, 20.000 personas. No diré que el hambre y las guerras convencionales debieran de ser incompatibles, pero sí que en esas condiciones Miguel Hernández no hubiera parido un poema como la “Nana a la cebolla” para la historia de la literatura. Hay convenciones sin gas, bélicas, asesinas. No sepas lo que pasa, ni…



No hay comentarios:

Publicar un comentario