viernes, 6 de septiembre de 2013

TRADICIONALES

EL DIARIO VASCO 6-9-2013

                Creo que lo que quiero decir es que estoy hasta el gorro, pero tampoco se trata de soliviantar al personal porque a uno le aburra el paisaje, y a veces también el paisanaje. Pero, haciendo honor a la verdad proclamo que suelo activar todas mis reservas en cuanto oigo o veo que alguien hace uso de la palabra tradición. La palabra tradición, en sí misma, ni es mejor ni peor que las palabras amor, odio, pan o agua. Ni siquiera la gente que la alude con frecuencia es mala ni buena hasta que no se demuestre lo contrario. Pero muchas veces, muchísimas, el uso que se hace de esa palabra debería ser considerado como algo nocivo y pernicioso.

         Cuando no se tienen argumentos para defender, explicar o razonar lo que se hace se suele invocar a la tradición. La tradición, las tradiciones, se han convertido entre nosotros en un argumento para que los derechos no tengan valor. La tradición es un argumento superior a las personas, a algunas personas, y eso no puede ser. La tradición, si no respeta los derechos y la libertad de las personas y gentes, es una perversión.

         Ante la tradición no nos queda más que cumplir y callar, como los jugadores de la Real Sociedad que esta semana tuvieron que acudir a Santa María, casi los mismos que se rebelaron y plantaron en el tema de la selección por el nombre del país. Son nuestro pabellón en lo más alto del fútbol mundial, gente que no puede decir que representen a una entidad con respeto a las libertades individuales, sometidos a la tradición, al silencio cómplice. Pobres ellos, pobres nosotros, tradicionalmente sometidos.   


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