No sé cual es nuestro grado de
conocimiento de los colectivos europeos sin estado pero con marcadas conciencias
de identidad o particularidad, Nuestra afición al blanco o negro nos limita la
curiosidad, interés o voluntad de reflexión sobre ellos y nos lleva a fijar
nuestra observación, o posición sin condición, en aquellas colectividades que
abrigan en su seno voluntades que no ven otro canal para su plena personalidad
que la creación de un nuevo estado.
Absolutamente candentes las consultas
de Escocia y de Cataluña, cada cual tenemos nuestra posición al respecto,
motivada a saber en que razones, y según se aproximan las fechas la mayoría de
nuestras posiciones se van enconando. Dudo de que eso quiera decir que
conozcamos, o hayamos hecho el más mínimo esfuerzo en conocer las realidades a
consultar.
Sobrevuelo las informaciones sobre
Escocia sin saber a que encuesta atenerme y convencido de que el de allá es el
independentismo menos identitarista de los que se nos hacen prestigiosamente familiares.
Todas ellas destacan el papel del voto femenino. A las escocesas les conceden
el atributo de ser más reflexivas y menos impulsivas que los escoceses y el de
tener miedo a los cambios, lo mismo que se las señala como principales
causantes del repunte independentista de los últimos días, en casi igual medida
a laboristas decepcionados, apuntando de paso que ese el prototipo universal
del socialista, el decepcionado. Y me viene la resistencia de las izquierdas en
la república española al voto femenino, supuestamente reaccionario y con
influencia religiosa. Nunca dejarán de tener la culpa.
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