viernes, 18 de septiembre de 2015

¡DONOSTIARRA!

EL DIARIO VASCO 18-9-2015

                Cuanto más cerca estoy de mi propia posteridad menos me importa ésta. Dejaré de molestar y, también, me dejarán en paz. Sinceramente, agradecido como estoy a esta vida, espero y deseo que nadie se ocupe de mí. Es contradictorio con lo que he dicho pero sí que, en momentos no tan lejanos, me invadió cierta inquietud. Esta era una preocupación por aquello de que mis hijos no tuvieran que defenderse de la memoria de su padre, la vida iba por esos derroteros y yo, no diré que a veces involuntariamente, iba reuniendo méritos para ello. Decidí que el futuro no les reprochara que su padre era un asocial de difícil trato y compré, sin otro ánimo que dejarles en herencia, dos acciones de la Real Sociedad y dos del Gipuzkoa Basket, una por cada descendiente. Inversión sin rentabilidad económica pero con efectos positivos en el futuro.
         Más tarde, inmerso en el parto de la trainera donostiarra, me hice con el carnet de socio de ésta que porto con orgullo. En nada, llegaremos a ser la tripulación con más participaciones de los últimos años. Me habían aburrido la prepotencia de los históricos, el discurso moral de los hipócritas antidopajes, esa sensación que irradiaban de haber caído de una leyenda que les hacía intocables, esa tonta pretensión de someter a la capital, a la capital que les dotó de vida e historia. Me he planteado dos objetivos: exigir que la trainera femenina ocupe también plaza de anfitriona y solicitar de la directiva que promueva un manifiesto que firmaríamos muchos, socios y no, afirmando con rotundidad que no pensamos morirnos hasta que Donostiarra gane una bandera de la Concha. ¿Parece?

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