viernes, 4 de septiembre de 2015

¡AYLAN! ¡AYLAN!

EL DIARIO VASCO 4-9-2015

                El niño vasco del exilio Jon Sobrino rechazó una propuesta educativa privilegiada y más adecuada para su talento, alegando que él trabajaría en altos hornos, como su padre. En su lecho de muerte adolescente un cura católico le procuró confesión y comunión que no aceptó, sólo aceptó la mirada de un crucifijo que le pareció feo. Reclamó la compañía del poeta Luis Cernuda a quien le pidió que le leyera un poema, finalizado el cual  dijo: Ahora, por favor; no se marche, pero me voy a volver hacia la pared para que no me vea morir. Cernuda escribió la elegía del niño vasco muerto, ese ser de un destierro más vasto que la muerte, ese que quizás piense que su vida es materia del olvido.
         Aylan Kurdi, un niño sirio refugiado, ha sido retratado muerto en la orilla del mar, sin compañía de curas ni poetas, una muerte más vasta que el destierro. Su cadáver de tres años ha pisado suelo en playa europea continental. Yace orientado hacia sus raíces, al mar que lo ha traído, como, en la soledad, queriendo oír lo que la profundidad le dice, de espaldas a las puertas que mantenemos cerradas a quienes escapan de la guerra para morir. No mira a sus recuerdos, tres años no da para tenerlos; no pide cuentas por lo que le prometieron, alguien lo vistió limpio y guapo para el viaje.  ¡Esas suelas limpias que repatean en nuestra alma!
Intentamos recordar vivo a quien en vida lo quisimos invisible. Ahora que nadie deja de mirarlo, vemos como caminamos, directos, hacía una muerte en soledad, la más cruel, la que nos hemos ganado, con la única compañía de ese dios que estaba en esa playa y no ha querido enterarse. Un europeo más.


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