viernes, 11 de marzo de 2016

PABLO MANUEL

EL DIARIO VASCO 11-3-2016

         Me bautizaron y registraron Ramon Maria. Me costó perdonar a mis padres la fechoría. Josemari, Joanmari, Pedromari... eran nombres de chico ¿pero Ramonmari? Nada había más feminizante que los nombres terminados en "a". Me solían decir que en Segura había otro. Nunca pude con la manía de mi madre de enmendar la plana de los amigos que se atrevían a llamarme Ramon. Un buen día me hice respetar y hoy me llamo Ramon, cuando la pérdida de prejuicios es de tal calibre que ya no me importaría ni llamarme María Ramon. Sigo en guerra con la tilde, también abandonada, que obtusos y puñeteros monolingües me la quieren puesta viva.

         Algo parecido le ocurrió a Patxi López cuando se convirtió en lehendakari. Recuas de idiotas empezaron a nombrarlo, mostrando así su forma de negar ciudadanía a cualquier diferente, como Francisco López, so pretexto de nombre oficial. Aunque ahora se dediquen a otras mendaces habladurías la idiocia de éstos sigue siendo indisimulable. Supongo que Patxi no culpabilizará a sus padres.


         Otra tropelía, un amigo abertzale me comunica el reproche a quienes vienen en llamar por su nombre de pila, Pablo Manuel, a Pablo Iglesias el líder de Podemos. ¿A santo de qué postulado un ciudadano no se puede llamar como el fundador de cualquier partido? ¿Es Pablo Iglesias una marca registrada? Creo que yo, y mucha más gente, tenemos sobrados argumentos de discrepancia política con el susodicho, sin ningún temor a exponerlos donde sea y, desde luego, mayor altura cívica que quienes le niegan el derecho a usar el nombre que quiera, aunque sea sin autorización del comité federal. Pablo se llama ese Iglesias. 

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