viernes, 8 de abril de 2016

PEDANTERÍAS

EL DIARIO VASCO 8-4-2016

Pescatera, arriero, carbonero, son oficios que en nuestra tradición hemos ligado a personas de no muy buen hablar... bocas negras, lenguas viperinas, expresiones insolentes. Es la única justificación que encuentro para entender cómo un académico de la lengua como Félix de Azua haya podido afirmar públicamente que la alcaldesa de Barcelona debiera estar sirviendo en un puesto de pescado.

Por segunda vez en estas líneas tengo que reconvenir a un escritor que admiro. Recomendar a cualquier persona una profesión que no ejerce porque en la suya no es competente, es un desdoro para esa profesión, en este caso para las personas que sirven en un puesto de pescado. Cualquiera puede ser un incompetente en todo.

Me suele doler mucho, y sufro, cuando gente que respeto mete el zanco tan escandalosamente y no rectifica. La arrogancia es lo más insufrible, y si va aderezada con pedantería uno pierde la fe, se le van despoblando todos sus pedestales.

Ya en el siglo XVI a Montaigne le molestaba que se erosionara la honorabilidad de los maestros porque en las comedias viera a pedantes haciendo de bufón. Trataba de justificarlo por el desacuerdo entre el vulgo y las personas singulares y sobresalientes en juicio y en saber. No entendía que los hombres más refinados fueran aquellos que más desprecio les profesaban. Descubrió con la edad que los más grandes doctos no son los más grandes sabios. La zafiedad pedante es pecado más propio de un, así considerado, digno columnista que de un aceptable literato. ¡No!



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