EL DIARIO VASCO 2012-05-04
La viñeta representaba el cementerio desierto en un entierro con solo dos
allegados. Estos, extrañados, comentaban como era posible esa desolación siendo
que el finado contaba con un par de miles de amigos, o más, en facebook. Coincidía
en el tiempo una crónica de un pleno donostiarra cuyo cronista -¿se sigue
llamando así o ha cambiado?- afirmaba que la red social twiter había eclipsado
el debate en alto. Seguía la crónica con que las redes sociales fueron el escenario
de debate más intenso y se utilizaron para aclarar algunos puntos, quizás
confusos, y para afectuosos intercambios de opiniones entre concejales que en
público sienten la obligación de aparentar peor relación.
No cabe ya duda de la
importancia e imprescindibilidad de las redes sociales. Toda persona en
actividad política o pública tiene que echar raíces en esas redes y utilizarlas
para tomar el pulso a su contexto y difundir su opinión y posición. Con esa
intención supongo que lo harán nuestros próceres donostiarras y de otros
ámbitos. Como ciudadanos nos cabe el orgullo de que nuestros rectores están a
lo ultimísimo de las nuevas tecnologías
y en actitud de relación con la ciudadanía. Pero también les deberíamos
avisar de que esas autopistas valen lo mismo para la comunicación urgente y
fulminante que para que la frivolidad y los juicios ligeros circulen a tumba
abierta, por lo que sería deseable y conveniente que su currículo o actividad
política no se limitara a las redes, ni estas fueran el único contacto con la
realidad, a no ser que se quieran exponer a la soledad.
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