viernes, 13 de julio de 2012

CICLISTAS


EL DIARIO VASCO 13-7-2012

            De pequeño, hasta bien mayor, aspiraba a ser ciclista aunque fuera malo, pero ciclista. Maillot, culottes y bici reluciente. Cuando aquí solo se cotizaban los escaladores mis preferencias iban por emular a los routiers, sprinters y pistards. Hubiera dado la vida por ser medio Perurena. Soñaba con esprintar hasta la raya con medio milímetro de ventaja y caer extenuado, pero aparatoso, a los pies de la amada, roto, pero orgulloso y triunfante. Resulta que la naturaleza nos dota para lo que no pretendemos y uno tiene que vivir de contarlo.
            Er, Or y Ur destacaron en las pedaladas de la cuadrilla y tuvieron el mismo sueño que yo. Er y Ur se pusieron maillot y culottes cuando un maillot no se lo daban a cualquiera y consiguieron ser ciclistas. Er tuvo una larga carrera y protagonizó numerosos triunfos, todo un ídolo. Ur duró menos. Al poco de arrancar cada carrera empezaba a rezagarse y echar mano de la cuadrilla, que para eso se hacía uno ciclista, para tener asistentes y mantener una dieta que su peña le aconsejaba y costeaba. En la cola del pelotón se oía el grito de Ur, ¡plátano!, y empezaba a gestarse el fracaso deportivo. Cuando se acababan los plátanos Ur se retiraba, le resultaba imposible seguir.
            A Or, en cambio, en casa no le permitieron hacerse ciclista a pesar de que lo intentó. “¿Te imaginas, ama, los martes, en el mercado de Azpeitia y pasando por la plaza mientras la gente te señala diciendo: mira, es la madre de Or el ciclista?”. Entre la policía y los profesionales médicos nos han roto la leyenda. ¡Por una pastillita de más! 

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