EL DIARIO VASCO 10-8-2012
Se enfadaba aquella señora
al hablar de las cosas que los medios decían sobre la gente de su generación.
Se sentía ofendida, humillada y rebajada. Decía, alto y claro, que se lo
pasaron bomba y que hicieron todo lo que pudieron. Según hablaba los recuerdos
la inundaban y exteriorizaba hormigueos, de vientre a pecho, prueba de la
intensidad de las vivencias. Remataba su disquisición diciendo que ellas de
chuparse el dedo, nada, y que no entendía de donde se informaban las radios y
televisiones para decir tamañas tonterías.
Nunca es tarde para
hacerse mayor y creo que yo ya me voy haciendo. Siento algo similar a lo de la
señora cuando hablando de fiestas y saraos callejeros resuena el tarantantan de
lo popular y la participación. Es como si me negaran haberme divertido alguna
vez en la vida, o como si lo nuestro fuera un alelamiento perpetuo que nos
impedía cerrar la boca escrutadora cuando rugían los aires festivos. No me cabe
más que entender que si había alguien que no participaba esos eran ellos.
Vivimos en plena era de la
exaltación de la participación y de lo popular, fiestas aquí y fiestas allá, a
cual más divertida. La gente está en ellas desinhibida y sin prejuicios. Se
divierte sin preocuparse de cómo la calificará el futuro, que la calificará no
sin mezquindad, sin que le importe el que las fiestas sean cultura de élite, no
como en aquellos tiempos de la dictadura con una cultura sin ministerio y con
una dirección general de cultura popular(sic) y espectáculos… oteando, o
lamentando, las coincidencias, quizás. Festara!
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