EL DIARIO VASCO 24-08-2012
Van a poder conmigo. Esta
semana soy mucho menos antitaurino que la pasada, claro. Sin palabras propias
recurro a las de Henry James, los buenos escritores colocan las palabras bien
ordenadas en el lugar que les corresponde.
Cayó James por San
Sebastián en agosto de 1876, año en que José Arana había levantado el coso
taurino de Atocha, de madera, que sustituía al coso de San Martín que había
ardido en la recién terminada Guerra Carlista. Por aquello de que poca cosa hay
nueva bajo el sol, anoto que años después el audaz emprendedor Arana tuvo que
pasar por calabozos denunciado por vender entradas de sol y de sombra en un
espectáculo nocturno. James, como buen observador, gran literato, describe sus
fugaces vivencias y andanzas por San Sebastián. Describe Santa María, la
virgen, describe escenas festivas, el mecánico catolicismo hispano, la perrita
al agua y demás. Se extiende en el recuerdo de la corrida de toros a la que acudió
afirmando que todos los asistentes juntos fueron compañeros bastante
lamentables y culminando con que “el toro era mejor mozo que ninguno de sus
torturadores”, y que “también le pareció que los torturadores eran mejores mozos que los espectadores”.
Quienes callaron o jalearon
la muerte de sus congéneres han hecho públicas, entre más nobles pensamientos.
su piedad, compasión y enternecimiento administrativo hacia los astados. ¿Será
que se empezará por respetar la vida de los animales para acabar llegando a
respetar la vida de las personas? Todavía los toros, los mejores mozos, sr.
James, así seguimos.
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