viernes, 11 de enero de 2013

DESCABALGAR

EL DIARIO VASCO 11-1-2013

         Los Reyes, como vinieron, se fueron. Lo que nos han dejado se puede llamar de cualquier manera menos regalo, ¡qué panorama! Ni regalado. Esto es extensible, cualquier cosa antes de discriminar, a Olentzero, Papa Noel y demás klauses y nicolases, generosos todos ellos. Dan ganas de correr detrás de ellos, capturarlos y traerlos, para que vean que para repartir miserias y rencores no hace falta ni caballo, ni pipa, ni capa, ni disfraz de grandes almacenes. Le entran a uno ganas de ponerse a gritar, sin esperar más, que viva el nuevo gobierno, pero íbamos a otra cosa.
         Ahora entiendo lo de aquel tío que contaba a su sobrino como peleaba, sin faltar ningún año, con Olentzero para arrebatarle los regalos. Las peleas y las broncas eran titánicas y así las difundía el sobrino como secreto entre sus compañeros de clase, como las historias de un mal tío que sin embargo peleaba por él y por los suyos con el mítico superpaisano Olentzero.
         Aparte del impresentable de su tío el chaval tenía bastantes tías, aficionadas todas a lo correcto y a lo didáctico, dadas al regalo útil y educativo. Solía agradecer estos regalos también en secreto, disimulando su entusiasmo, pero la rutina empezaba a ser algo tediosa, a él le empezaban a gustar cosas de jugar para nada. Fueron aquellas célebres navidades, seis o siete años, que barruntando que el nivel del banquete y de las voces de los comensales lo permitía pensó añadir una lindeza más a la de los adultos. Soltó aquella frase referida a uno de los magos. ¡Como me traigan un libro los tiro del caballo!

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