viernes, 5 de abril de 2013

MÁS VUELTAS

EL DIARIO VASCO 5-4-2013

                  Ante la coincidencia, de una final de futbol y el festival de Eurovisión algún responsable gubernamental debió de proponer, razonablemente, el cambio de horario del partido. El astro de las ondas dijo que eso era una humillación para el fútbol. Pensé que el mundo del deporte cuando se desboca, se desboca a diario, es capaz de atentar contra lo que sea. Recordé aquella disyuntiva que el pasado año alguien, cándido, perverso, insinuó: la contraposición del pago por promoción de país que se hacia a la Oreja de Van Gogh y las cuantías por patrocinio institucional que percibía la Vuelta al País Vasco.

         Me dolió la comparación al entender que se quería sembrar la idea de que la labor del grupo musical no era ni vasca ni cultura, y menos lo primero, consideración ésta muy extendida y que podía arraigar al tener que confrontarse con un carrera ciclista que para muchos de nuestro paisanos supone tal inundación de cosmopolitismo que lloramos idiomas. Es verdad, es un valor  lo que nos rueda estos días por nuestras carreteras. Es una contribución a nuestra grandeza como país. Pero desde la legitimidad que me da el proclamar, todavía hoy, al ciclismo mi deporte, el poder enumerar a los ganadores del Tour desde Robic hasta Lemond sin fallar ninguno, y poder discutir los detalles biográficos de Marino y Perurena, perseguido siempre por Stablinsky, digo que Francia ya era grande antes del amarillo de Garin y Desgrange, desde siglos ha, desde Voltaire, Rousseau, Flaubert, Manet y Cezanne por lo menos. Salvando las distancias y con la revolución de por medio. 

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