Una muela extraída,
lavada y depositada en la palma de la mano, o una colilla; hay gente que a su
observación puede desarrollar y relatar la historia de la humanidad al mínimo
detalle. También la hay de las que les proporcionas la historia de la humanidad
en todos los formatos, hablado, recitado, cantado, leído, ilustrado, grabado, filmado…
y es incapaz de enterarse de lo que en persona ha vivido. Todo normal.
Normal, y
frecuente en demasía, como esas gentes, que harían muchedumbre, capaces de
perorar sobre el franquismo todo, pero incapaces de relatar una vivencia
personal relativa a la cuestión. Siempre he sospechado de ellas, sospecho que
mienten o tergiversan. Así va como va por la vida tanto joven supuesto extremo y
adulto verazmente mentecato, cargando en su chepa la mentira que sus padres le
colocaron oculta y envuelta en la ensalzada historia colectiva en lugar de la ramplona,
a veces vergonzosa, y personal vida detallada. Consecuencias del mucho franquismo
mal contado.
Debiéramos
esforzarnos en relatar nuestras vivencias personales en lugar de narrar
vicisitudes colectivas, entenderíamos mejor las de todos, responsables y
creíbles. Creíble resulta el reciente libro de Idoia Estornés que nos relata
sus vidas, chica en los 60, señora en los 90 y memorialista a siglo vencido,
porque nos ha contado su enciclopédica vivencia y con ello ha retratado el
pasado de todos, el lejano y el próximo, hasta ayer mismo. Cuenta la misma
historia, vez va, vez viene, pues ni nos acordamos de nada ni sabemos explicar
cómo pudo pasarnos esto.
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