viernes, 14 de marzo de 2014

CRIMEANO

EL IARIO VASCO 14-3-2014
         Casi todas las guerras acaban con un cambio de color y de dibujo en los mapas, sublime representación de las nuevas fronteras que no todo lo dividen pero sí pretenden hacerlo. Deberíamos renunciar a esa fea, inútil e insalubre manía de pintar cada país de un mapa con un único color. Son mentira y nada ayudan a explicar ni resolver ningún conflicto que no sea el juego de las fronteritas. Además confunden al cándido. Me decía una niña plantada ante un mapa que entonces en Logroño hablan logroñés, en Soria soriano, etc.

         Igual que la niña, con algo más de conocimiento, tendemos a pensar que en Polonia hablan polaco, en Albania albanés y azerbaiyanés en Azerbaiyán. Pero a medida que engordaba la bronca en Ucrania, por aquello de en Ucrania ucraniano, me dio por mirar como funcionaba por allí lo de las lenguas, impulsado por la idea de que los países del mundo con una sola lengua son los menos y que las lenguas con varios países son las más. Que sepamos, en Ucrania, son dos las lenguas oficiales de los nativos, seis o siete de cada diez nacen de habla ucraniana y tres de habla rusa, con más arraigo urbano estos últimos y rural aquellos.

         El Parlamento ucraniano, tras destituir a Yanukóvich, abolió la ley que permitía la cooficialidad de la lengua rusa. Parece ser que no la ha ratificado el presidente en funciones ni entrará en vigor. Temí que quienes entre nosotros defienden la teoría del conflicto arriesgaran una opinión sobre el particular, preferí no preguntar. Estalló Crimea, mayormente rusófona, siendo oficial el ucraniano y existiendo el cremotártaro.

 

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