viernes, 21 de noviembre de 2014

CULMINAR

EL DIARIO VASCO 14-11-2014

         Eran almas cándidas, manos blancas. Eran gentes sin pasado, o con pasados impersonales, no memorables, humildes, llanas, con renuncia expresa a la notoriedad, o involuntariamente notorias. No eran contaminados, ni adscritos, sólo algún sábado o fin de semana movidito por aquello de hacer un favor a gente, que no teniendo porque ser necesariamente buena, sufría una injusticia, no cualquier injusticia, si no determinada injusticia, la injusticia que diría aquel, la que importa sobre todas las demás, la única que importa. Y no eran pocos, eran bastantes, sí que eran unos cuantos miles, gente honrada, algunos hasta el aburguesamiento. Eran espíritus nobles que amaban lo que les rodeaba, por todas partes menos por una diría aquel, que defendían en grupo y que atacaban en rebaño, eran caras amables, incapaces de traicionar a quien no se lo merecía. Eran gente parecida a la que negamos el problema hasta que lo identificamos en propia carne, gente que dijo sí al sacrificio, que limitó  el tiempo de compromiso, un año, dos años, sin apegos, nunca quedarse.

         Hablaron alto. Negaban la voluntad de sus antecesores, afirmaban su incapacidad. Todo era porque al resto no le daba la gana, ellos podrían. No era una cuestión de crisis, era vicio, cuestión de querer. Quienes les antecedían eran amigos de la buena vida y de buenos sueldos, y de lo ajeno. No se rebajan el sueldo porque no les dejan, saben lo que es necesitar unos miles de viviendas y no haberlas, haber menos empleo, menos protección social. Hoy saben que la crisis, como ellos, sin querer, sigue… para culminar la tarea iniciada.

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