sábado, 8 de noviembre de 2014

BARRA BARRA

EL DARIO VASCO 7-11-2014


         Cada vez es más la gente que ante la presencia de personas que intuye de procedencia balcánica, africana o latinoamericana, desenfunda la calculadora y la especuladora y empieza a escupir resultados: pisos institucionales, ingresos mensuales superiores a la media, financiación por caja común, opulencias vía ONG y caridad, lógicas consecuencias del entramado adecuado al efecto. El debate se torna sucio, muy sucio, tan sucio como que el que se está desarrollando en nuestra esfera política. Acabaremos sin que nadie tenga razón. Disgusta todo aquello que, ajeno a nosotros, percibimos como carne de subvención.
 Habrá que asumir con normalidad que a los euskaldunes vivos y practicantes se nos marque también con la lacra del subvencionado. Hay mucho desalmado que piensa que no diríamos ni agur si no tuviéramos la consiguiente subvención, que ni le saludaríamos en la escalera. También es verdad que con el euskera de por medio la más amable de las críticas se convierte en pecado de la peor intención.

La última resulta el pincho pote subvencionado, mintzo eta pintxo, actividad que ofrece la posibilidad, a hosteleros y a clientes, de practicar el euskera en un ambiente distendido, disfrutando de esta moda del pintxo pote. La web de la consultora impulsora reza literal y sarcásticamente “saque punta a las subvenciones para su empresa” y el gremio en cuestión, el de hostelería, lo explica en una nota que a tenor de su último párrafo se podría pensar que quien bebe, desde el chapurreo hasta el nivel experto, es el gremio y no los clientes. Barra barra… en euskera y casi gratis.

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