Contaba el viejo guerrero que los sanguinarios eran sus
coaligados, no ellos. Ilustraba la anécdota diciendo que un día se les presentó
su comandante y les enseñó cómo se hacían las cosas por estas tierras. ¡Aquí no
se mata a nadie! dicen que les dijo, y mandó fusilar a cinco. Claro que dejaron
de matar, perdieron la guerra. Quien nos lo contaba, igual que la mayoría de
los que lo oían, elogiaban y admiraban la rectitud. Hoy, vemos con horror como
Jordania, país árabe en la coalición contra el estado Islámico, ha ejecutado a
dos personas iraquís en respuesta al asesinato del piloto jordano quemado vivo,
rectitud ¡Qué horror!
Aquí, en el espacio geográfico civilizado, en Occidente, en
España, con todos los dimes y diretes que se quiera, se ha acordado hacer
entrar en vigor un sucedáneo de la cadena perpetua que no tiene ninguna
diferencia con la cadena perpetua, o sea una cadena perpetua. ¡Terror! Cuando
los izquierdistas profesionales se vuelven más profesionales que izquierdistas
suelen adquirir la mala costumbre de ocultar sus principios, hasta el punto de
neutralizarlos. Tanto los neutralizan y los ocultan que se vuelven incapaces
para volver a identificarlos. Responsabilidad ¡Vergüenza!
En otro aquí, aquí mismo, en Francia, a un cuarto de hora,
han retirado la nacionalidad a un ciudadano francés y, desde ya, en territorio
republicano, se aplica la igualdad discriminando en la práctica a ciudadanía
nativa y naturalizada. Incluso han llegado a hablar, sin sonrojo, de
restablecer la pena de indignidad nacional. Cada vez importa menos vivir en un
mundo sin escalera de socorro. Unidad ¡Pavor!
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