viernes, 1 de mayo de 2015

INVERSIÓN

EL DIARIO VASCO 1-5-2015

         Mi tía distinguía; no se la engañaba. En su sillón de mimbre de culo alto veía todas las basuras de las televisiones privadas, al principio, y públicas con posterioridad, sin dejar de expresar un fingido asombro sobre el exagerado número de personas de dudosa condición sexual que ostentaban cuota de pantalla. Llegó, insospechadamente para nosotros, a ser incluso adicta a Goenkale. Pero no viene al caso. Lo que viene al caso es que nunca perdió sus facultades mentales y que como telespectadora apetitosa la dominaban criterios relacionados, siempre, con las ganas de comer. Memorable fue el funeral de Lady Di, confundió un fondo difuso de velas iluminadas con yogures o mamias dispuestas para no se sabe que  comensales.
         En el funeral de Miguel Ángel Blanco, se pasó el día delante del televisor expresando su máxima preocupación: ¿En Ermua habrán preparado algo de comer para José Mari? No había quien la confundiera lo viera en blanco y negro o color, aislada del mundo o comunicada, siempre pedía que le preparáramos la papeleta de las derechas, aunque en todas las movilizaciones de la izquierda abertzale que pasaban enfrente de casa también solía preguntar dónde iba a comer toda aquella gente.

         Esa es la sensación cuando veo, con gran pena, cómo en la sociedad actual los responsables de cultura se ven obligados, nos vimos, a hablar de ella en términos de impactos económicos. Hay mucha prensa, y demás, cuyo único criterio es la caja del respetable sector de hostelería. ¿Si no hay caja no hay poesía? ¿Un poema de Aresti, Lorca o Valery no es patrimonio? ¿No es inversión? ¿Bar, biblioteca, hotel…?

No hay comentarios:

Publicar un comentario