viernes, 18 de diciembre de 2015

EXCESO NECESARIO

EL DIARIO VASCO 18-12-2015

            Yo aplaudí al lehendakari. Fue cuando en la ceremonia de entrega del premio de los derechos humanos interrumpió a la viuda del asesinado Jauregi, Maixabel Lasa, para recriminar a un ciudadano una banderola reivindicativa cuya legitimidad, sin discutirla, no estaba a la altura de la oportunidad. Se lo agradecí porque dejó claro que ciertas situaciones y actitudes de los últimos bastantes años han sido consideradas normales so pretexto de legitimidad, cuando eran una anormalidad inaceptable que atacaba a la libertad y derechos de toda la ciudadanía.
            Tuve miedo, fue excesivo. No debió hacerlo. En los videos lo veo levantarse y encarar la situación y, todavía hoy, se me estremece el ánimo. No quiero pensar en el terrible esfuerzo de contención y autocontrol, ni imaginarme una vacilación, ni, sobre todo, el fracaso en el empeño, hubiéramos fracasado todos, catastrófico. Le imagino aquella hiriente y sangrante soledad que me embargaba en tiempos, aquello de, ante los ojos de todos, ser irremisiblemente abandonado a mi suerte. Observo las caras de los asistentes, gélidas, hieráticas, bloqueadas, caras que no querían ver. Dos la volvieron para ver lo que sucedía, serían de fuera, digo irónicamente. Sigo observando y, lamentablemente, veo que el único refugio posible es un pasillo aparentemente despejado por el que echar a correr. Se me despertó la memoria, y la pena, y la soledad, y el sentimiento de injusticia, y la impotencia, y la rabia. Hubo quien lo pudo contar mejor y no lo vio. Aquellas estatuas frías, aquellas que tú y yo conocimos, pétreas, mudas, ciegas.

            Clama mi amigo por una bronca a Tasio Erkizia por no quitarse la txapela ni en la iglesia y sobrellevarla con porte tan irrespetuoso y grotesco ¡Venga otra, Lehendakari!   

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