Sigo sin salir del aturdimiento por el
informe PISA. No somos los mejores y nos acercamos a la cola. Ni en casa nos
salen las cuentas. Esa Navarra a la que no reconocemos ningún mérito si no es
bajo nuestra vasquísima tutela, nos ha superado y se deja ver entre las
mejores. Nos han herido en nuestra identidad.
Por el contrario, pocas veces hemos
encajado el embate y reaccionado a la acometida con la deportividad y dignidad
que lo hemos hecho. Empezando por la, entiendo que honesta, llamada del
Lehendakari a la reflexión y autocrítica, siguiendo por el aluvión de opinadores,
especialistas y autoridades que han mostrado su preocupación insistiendo en la
necesidad de pensar y revisar las cosas, y en la de no creernos ser aquello que
no hemos trabajado.
Éramos los campeones del gasto y del
coste. El puesto escolar más caro, los docentes más caros, los extras,
complementos, soportes y accesorios más caros, entendíamos que los de más
valor, eran los nuestros. Nadie dedica los recursos económicos que nosotros
dedicamos a la salud de los ciudadanos. Sólo de mirar lo que costamos se nos
curan las enfermedades que en otras comunidades necesitan tratamiento. Nuestros
servicios sociales, nuestras justicias, nuestra seguridad ¿vieron el despliegue
de efectos y efectivos de nuestra policía autónoma en el desalojo del nigeriano
de Renteria? Nuestro gasto en eso que, incomprensiblemente, llamamos cultura,
en economía, en política lingüística.
Puede que conocer el informe nos haya
resultado útil y que decidamos que en el futuro queremos ser los que mejor
gastamos en lugar de los que más gastamos. Entre tanto Pisa morena, pisa con garbo, que un relicario me voy hacer con el
trocito de mi capote que haya pisado tan lindo pie.
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