viernes, 11 de agosto de 2017

¡QUE NO!

EL DIARIO VASCO 11-8-2017


         Se pone fea la cosa. Ínclitos donostiarras suscriben que reconocen el influjo histórico del turismo en nuestra ciudad, aseguran que nunca alcanzó las cotas actuales de invasión. Hablan como si el Paseo de la Concha lo hubiera construido alguna deidad o hubiera asomado por generación espontánea; o como si varios de nuestros más señeros edificios no tuvieran que ver con fenómenos estivales. Cuentan de reuniones vecinales en las que los mayores describen la Plaza de la Constitución con una imprenta, una librería, la que algunos machacaron hasta que se fue, una carpintería, una zapatería, una carnicería, una tienda de cacahuetes, una pescadería, una oficina de seguros… olvidan, o no son tan mayores como yo, fruterías, ultramarinos, la tienda de arte, atacada a bombazos por la extrema derecha, y la plaza, la plaza que, no es que yo me enterara mucho por entonces, se utilizaba como aparcamiento de coches, con un señor mayor bajito que cobraba el ticket, entonces sin IVA.
         Hablan de ubicar en el núcleo de las políticas públicas al “vecino” y a la “vida”, llegando incluso, ante leyes injustas, a la acción directa y desobediencia civil. Gentes, de la calle, que no han conocido otro sueldo que el público, protestan contra quienes les critican desde sillones y despachos. Acusan a estos de pretender una involución en el proceso de convertir San Sebastián en Donostia y querer estrangular una dinámica favorable a una República Vasca de izquierdas imponiendo a la fuerza turistas y turismo, a más de diluir nuestra lengua y cultura.
            No, no puede ser el turismo la norma eje de nuestra ciudad. Se puede estar contra el turismo y tener razón. Pero, esto es otra cosa, es lo de siempre. ¡Y no!

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