viernes, 19 de enero de 2018

GENTES DE PAZ

EL DIARIO VASCO 19-1-2018

         El visitante de la tamborrada respondió a la invitación de un donostiarra que le había prometido vivir la fiesta más maravillosa del mundo. Recuerda aquella noche, y su día, como una sesión de tortura a la que fue sometido en la habitación de una pensión del centro de la ciudad. Hoy, todavía, no ha superado el trauma. ¡Y nosotros tan contentos, dale que dale al tambor y al Bagera! Unos por la más estricta tradición y otros por el imperativo de la diversión.
         Entre tanto ha salido el jefe de la Banda, no se me malinterprete, Ansorena, a poner bastantes puntos sobre bastantes ies. Entiendo que ha pedido mesura en la desmesura y ha aprovechado el viaje para desplegar una ironía, en puntos un tanto ácida, consecuencia de sensaciones similares a las padecidas por el visitante antes referido. Es la metáfora del, por llamarlo de alguna forma, debate ciudadano, que debería de tener claro que, Sarriegi es el autor del legítimamente proclamado himno de Donostia y que quienes así lo proclamaron no merecen ser ofendidos insinuando que pudiera ser que desconocieran la lengua de Serafín Baroja. Vaya.
         De todas formas, al ritmo que llevan la vasquización accesoria de la tamborrada, como si antes no lo fuera, y nuestro enraizamiento en la historia, auguro que en tres o cuatro lustros puede volverse canónica alguna tesis que corrobore que la tamborrada tiene su cuna en Azpeitia (Nafarroa) merced a la descendencia de Sarriegi, o de Baroja, de alguna cuñada perdida en algún escarceo por la ruta ignaciana. Y así.
         Sin sobreestimulaciones, ni manoseos sin consentimiento explícito, ¡divertíos! Yo, como Tipitto, nunca he tocado en una tamborrada. Soy hombre de paz.


1 comentario:

  1. Oso, oso ona, Ramón. Yo también soy hombre de paz. Tampoco he tocado nunca en una tamborrada.

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