viernes, 5 de enero de 2018

¡QUITA!

EL DIARIO VASCO 5-1-2018



También le debieron de encontrar una veintena larga de figuritas del niño Jesús, algunas incluso con indicios de violencia. Las había ido secuestrando, levantando solía decir, en edificios y espacios públicos institucionales, nunca particulares, ese era su atenuante. Hasta que cansado, derrotado, se había pasado directamente, con armas y bagajes al Olentzero. Total, los villancicos, salvo dos o tres, eran los mismos y le resultaba más llevadero el peso de la tradición que el de la religión.
  Le resultaba insultante que le recordaran el origen del mito vasco, esa figura sucia, asocial, montaraz, viciosa, un saturno local que asustaba niñas y niños. Él era partidario del mito adaptado, modernizado, encajaba mejor en la universalidad y empezaba a ser un personaje versátil. Tan versátil llegó a ser que lo acogieron, hipoteca de por medio, entidades financieras, cooperativas de crédito y escuelas públicas y privadas; lo convirtieron en su santón. El matrimonio de conveniencia, de ellos no de él claro, al que le obligaron quebrantó toda su simpatía. Se pasó a los Reyes Magos.
Cuando descubrió que la cosa no tenía remedio, le habían hecho saber que en los evangelios, no sabía él si ni siquiera en los apócrifos, no había ni rastro de ellos y que todo era un mercadeo ignominioso desde períodos muy anteriores a la corrupción, se transfiguró en una persona de sexo loco y raro y se lanzó a la calle con los trapos propios, ¡glup!, de su condición. Consideraron que alteraba el buen orden de la gente y pervertía la convivencia. Eso le dijeron:

    -Pero tú ¿quién te has creído qué eres? ¿el Santander? ¿Coca-Cola? ¿Diputación de Bizkaia? ¡Quita!

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