viernes, 12 de enero de 2018

¡IMPORTUNANDO!

EL DIARIO VASCO 12-1-2018


Siempre es demasiado tarde, siempre resulta inoportuno. No tiene por qué ser siempre así. En tiempos de la dictadura y de la religión única se nos advertía de la pecaminosidad del cine. Hay literatura abundante sobre el particular. Incluso, se ha llegado a escribir, en todas las lenguas, porque para eso el euskera no estaba prohibido, que el cine era pecado. Así, con todas las letras. Era el sexo lo que les, y nos, sorbía el seso.
Es verdad que el mundo del cine ha solido ir dando a entender que era un mundo en cuyas fronteras la libertad sexual semejaba ser una regla básica, casi fundacional. Un mundo que provocaba envidia debida a la naturalidad y desparpajo que desplegaba en su vida social. Y hoy, hasta hoy hemos tenido que esperar, estamos sabiendo que esa libertad, esa imagen, era sin acuerdo de las partes, que era la libertad del animal en el establo, la del pájaro en la jaula. Fastidia saberlo y aterra pensar en el implacable retorno de los inquisidores.
Cuando ya todo parecía perderse víctima del tsunami purificador, han asomado la cabeza, a la francesa, cien mujeres artistas. Acatando la libertad de importunar, afirman que siendo la violación un crimen, no lo es el coqueteo insistente o torpe, y niegan que la galantería sea agresión machista. Hemos sentido un primer respiro quienes pensamos que el hombre no tiene por qué ser delincuente sexual por naturaleza.
  El manifiesto contiene muchísimas más afirmaciones, discutibles todas ellas, pero abre un resquicio para pensar que, haber, todavía hay hombres dignos y, haber, todavía hay mujeres libres. En un mundo amenazado por la miseria sexual que fomenta constantemente la agresión. ¿Por qué? 

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