viernes, 24 de agosto de 2018

PATRIMONIALES

24 8 2018 EL DIARIO VASCO


Quien no se haya enterado del derribo de la Villa Zerutxo se lo tiene que hacer mirar y decidir, definitivamente, en que mundo vive. A mi es como si me hubieran arrebatado algo muy personal, una sensación rara de irreparabilidad. Y no sé si tengo razón. Son tan maximalistas los discursos públicos sobre defensa y preserva de patrimonio, tan acto de fe ciega, tan poco didácticas y tan vehementes que siempre tengo reparos en alienarme con ellos aun cuando tengan razón, que no son pocas las veces. Y esta vez me temo que el derribo pueda ir algo más allá de perturbar mis nostalgias personales, que ha sido un derribo en detrimento de nuestro patrimonio histórico y cultural. Habrá quien lo sepa explicar
En cambio, mi habitación da al patio trasero de lo que, hasta bien poco, fue convento de la Siervas de María y hoy es el embrión de un nuevo hotel. Se obliga a conservar la fachada y la capilla cuyo ábside vive en mi mirada cada vez que asomo al balcón. Podría ser éste otro elemento personal de nostalgia, pero no. No hay vez que mirando a esa trasera no eche de menos el aseo y buen cuidado del lugar por las monjas, no monjitas, por favor.
Me pregunto qué mente preclara, funcionario diligente o arquitecto hipertenso, ha calificado ese elemento arquitectónico como elemento de preserva histórico cultural. Es un valor que no le aprecio, quizás por ignorancia, y siempre me asalta la duda de que su único mérito para la posteridad haya sido el de ser recinto eclesiástico, como si de estos no hubiera cutreces ni adefesios. Estoy dispuesto a cambiar de opinión, pero para ello alguien se tiene que molestar en explicarnos convincentemente por qué unos elementos han de preservarse y otros no ¿Tan difícil es?

No hay comentarios:

Publicar un comentario