Me asombra
y admira un sistema como el americano que es capaz de elegir presidente a un
hombre del cine, un especialista de películas B, que decía que los productores
no querían películas buenas sino que las querían para el jueves. Es lo
admirable de la democracia, cualquiera corre el riesgo de ser elegido lo que
sea. Y es su flaqueza, elegir a cualquiera puede acarrear consecuencias
nefastas.
No dejo de
admirar la excelencia de cualquier sistema parlamentario europeo capaz de aupar
a arriesgados populistas como Beppe Grillo, o capaz, en su repugnancia por la
política, de apostar por un cómico del que la única virtud reconocible es su
comicidad. Es admirable como perduran algunas democracias que constantemente
votan contra sí mismas. Esas admirables, y necesarias, democracias europeas
empiezan a irradiar un pavor, antes detectado solo por mentes intelectuales o
enfermas. Hace ya mucho que, incluso entre nosotros, distintos cómicos, sin
otro matiz, tienen considerable predicamento.
Y muero de
asombro cuando leo que Jean Grenet, 74 años, alcalde de Bayona, sucesor de su
padre también alcalde durante 36 años, no se presentará a la reelección tras
diecinueve años en la alcaldía. La democracia francesa, muy nuestra, ubicó ahí
a este señor que reconoce que en treinta y cinco años no ha visto una sola
película y ha leído un único libro, pero cuando estuvo enfermo
Y me
sorprendo asombrándome por mis asombros y llamándome, con candor, imbécil a mi mismo, que si no lo fuera no
sería ni persona, ni ciudadano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario