viernes, 10 de mayo de 2013

AHOGADOS

EL DIARIO VASCO 10-5-2013


         Me pregunto a ver si lloraron, si se dijeron algo… me pregunto cómo y por qué se metió en el canal aquel Golf con un padre recién viudo, en la cuarentena y deprimido, con  una hija de doce años con síndrome de Down. ¿Qué se dirían al montar? ¿Entrarían enfadados? ¿Entrarían contentos como si fuera un juego? Quizás montaron de forma absolutamente rutinaria. Quizás pidieron o dieron explicaciones por ir, por ejemplo, por una ruta que no les era nada habitual. ¿Se sonrieron en el camino? ¿Se dijeron cosas? A lo mejor solo hablaba uno. ¿Se habrían dado ya el último beso de su vida? ¿Cuantas caricias eran posibles en lo que duraba el recorrido? ¿Se quejarían de algo? ¿Se reprocharon algo? ¿Alguno de los dos pensaba en otra gente? ¿Sabían a ciencia cierta lo que era la muerte? ¿Lo que significaba? ¿Lo que suponía? Los periódicos dieron la noticia, fue en Navarra, y no se extendieron con la profusión que suelen en casos similares. Dieron a entender que había sido un suicidio. ¿Quién diría la última palabra? ¿Quién el último grito? ¿Quién murió primero? ¿Quién sufrió menos? ¿Por qué tenían que sufrir? ¿Les dio tiempo a llorar o no pararon de hacerlo?

         ¿Se rindió el padre a la vida? ¿Temió el más cruel de los futuros para su hija? ¿Pensó que sin él sería infeliz? ¿O temió que pudiera ser feliz sin él? ¿Fue en realidad el acto de amor más excelso? ¿Fue la más rastrera de las cobardías? ¿Se ahogaron abrazados? Quiero creer que se querían… mucho, que lo que se ahogó en el canal fue amor, herido, triste, dolido, enfermo, impotente, incontrolado, mortal.

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