viernes, 1 de agosto de 2014

PANORÁMICAS

EL DIARIO VASCO 1-8-2014

         Ciudadanos israelíes suben a las colinas de la ciudad de Siderot para de allí contemplar bombardeos y ataques a Gaza al igual que el jurado ve los fuegos desde la terraza del Hotel de Londres. Fuman, beben y aplauden, ¿comerán palomitas?, ¿se magrearán?, ¿se aburrirán y dormirán? A esta contemplación panorámica -niños mutilados y muertos, cadáveres escombrados, escuelas, hospitales, casas y muros caídos como un juego de arquitectura mal levantado-, se la ha venido a llamar cinema Siderot. Es el nombre de la ciudad que tiene la fortuna de contemplar una guerra real en vivo. Son espectadores en tribuna. El resto de la civilización seguimos los acontecimientos en butaca de preferente viéndolo en la televisión y en los periódicos. Eso sí, nuestra solidaridad es directamente proporcional al horror del espectáculo, quizás no al horror de la guerra. ¿Sería lo mismo si las víctimas de Gaza fuesen capaces de describir a su público como el condenado a muerte de Víctor Hugo, creo, lo hace camino del patíbulo?

         De todas formas casi nada es nuevo ni sorprendente. Nos recordaba Iñigo Aranbarri en un artículo cómo el organista Izurrategui, hooligan del general Mola, subía a los montes de Elosua para contemplar la belleza de los cañonazos de los suyos o la excitación que le provocaba el silbar de las balas en la subida a Elgeta.


         Baroja contó la del dueño de un prado encima de Behobia que cobraba cincuenta céntimos por ver la guerra en Irun y la de los de Biriatou intentando lo mismo Hoy lo vemos todo gratis desde la televisión pública, esa raquítica conquista del hombre.

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