Cuenta alguna gente, saladamente, que cada
día que se despiertan de la siesta sin que se la hayan interrumpido con una
llamada de Jazztel, o de alguna compañía de gas o de electricidad, se despiertan
intranquilas y acaban llamando a la compañía preguntando a ver si les ha podido
ocurrir algo. Y es que la cosa está así de enrevesada, tanto que me extraña que
todavía no se haya instaurado la medida, no condenatoria, de cárceles y
presidios, de disciplina relajada pero de mucha seguridad, para ricachones no
delincuentes, con el único objetivo de que estos no sean víctimas de la
milagrosa irrupción violenta de algún afectado por su opulenta gestión. ¿Habrá
alguien en España, Cataluña y Comunidad autónoma del País Vasco incluidas, que
no haya sido titular de alguna tarjeta B? Sí es que hay alguien propongo que se
le compense con un estipendio mensual vitalicio de, al menos, 1500 euros libres
de impuestos.
Esta es una de esas en la que se exclama
lo de que venga dios y vea lo que nos sucede, pero tampoco es el caso. Recuerdo
el pasaje bíblico en el que se nos cuenta que Abraham estaba convencido de que
el número de justos que había en Sodoma y Gomorra era superior a lo que pudiera
parecer. Yahvé destruyó Sodoma y Gomorra haciendo llover azufre y salvando a
Lot y sus concupiscencias, que no a la esposa de este, porque no contó ni diez.
Fue injusta la quema de Sodoma y Gomorra, a saber cuánta gente no impía pereció
en el incendio. Que ningún dios baje a vernos, porque, aparte de no merecemos este
final, estoy convencido de que entre nosotros hay más justos, muchos más, de lo
que parece.
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