Siempre que decido
reconciliarme con el aparato de televisión y me enfrentó a él, cara a cara,
salgo decepcionado, sin motivo para la esperanza. Domingo 28 de diciembre, día
de inocentadas, un Gaur Egun de fin
de semana en la primera cadena de la televisión pública vasca. Veo un reportaje
de colofón del informativo y me asaltan las dudas de lo que he visto: un
popurrí de Cristina, Juan Carlos I, Pequeño Nicolás, Espe Aguirre, Urdangarín,
etc… con interposiciones de sesudos y
sesudas comentaristas de la casa en tono de total transcendencia y rigor,
diciendo que España merece este tipo de personajes porque es ella quien los ha
parido y comentarios aún más profundos. El aturdimiento me impide recoger la
noticia al cien por cien. Desde empezar a suponer que algo extraordinario habrá
pasado para ese cierre, hasta especular con el hueco que tendrían que rellenar
con algo en el informativo, hago de todo. Concluyo que para esa televisión es
imposible que suceda algo positivo en España, en Navarra y fuera del universo
ideológico que se sienten obligados a representar en exclusiva, y que siguen
con la fatua vocación de compensar, sea como sea, el desequilibrio informativo
mundial que tanto nos perjudica a los vascos, incluso a los que
sistemáticamente nos excluyen y culpabilizan.
Si consiguiera ver un
noticiario fiable y de rigor, y elaborado por profesionales que no me produzcan
tanta repugnancia, sería una de las razones para dar por bueno el año entrante,
incluso para no sentir temor ni por la independencia, ni por los derechos de
decisión, mientras vamos bogando en la nave de los necios.
Berdina gertatzen zait telebistarekin, Ramon. Horregatik ez dut ikusten.
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