viernes, 5 de febrero de 2016

FUENTES

EL DIARIO VASCO 5-2-2016

         Atraído por una propuesta de 2016 paseo por el pasillo central de los jardines de Ondarreta.  Al fondo, el costado de la estatua de la reina Maria Cristina, una más, obliga al paseante cotidiano a hacerlo como en una rotonda. Ante ese fondo brotan, como trasmochados tamarindos enanos, vegetación rodeando un pilón, las fuentes que la artista Maider López ha plantado en el suelo tras rescatarlas de los almacenes municipales. Es curioso el paisaje, tan curioso como desconcertante. Que en mitad de trayecto broten e irrumpan elementos de hierro colado, aparentemente antiguos, o antiguos para gran parte de la población, reproducción en verde incomprensible para los que bebimos de bocas de faunos de hierro que no dejaban de manar, sí que provoca.


         Son elementos que en la ciudad decidimos reponerlos por distintas razones, en su mayoría por reformas urbanísticas. Su contemplación despierta todo tipo de sentimientos: evocación, nostalgia, bondad, nobleza, gusto, amor, cursilería, poder, igualdad... todo lo que el lector quiera. A mí me produjo turbación. Quizás porque ya no vi allí a aquella viajera de cercanías, procedencia y origen desconocidos, que lavaba su fiambrera en la fuente, o a aquel indigente que se aseaba y afeitaba en la fuente, ni a su cuadrilla. La fuente estaba allá, ni la viajera, ni el indigente, ni las personas a las que los espacios contemporáneos les impiden descansar, tomar aliento o asentarse, estaban. Aquellos vecinos, otrora molestos y ofendidos, acudirán a aquella su fuente tan bonita, retirada de su vista, hoy tan bien cuidada y guardada por la ciudad.  Recordarán su belleza. Se confundirán. 

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